Pilar García Huerta

Nació en Asturias. Volvió a España en 1999.

Soy de la casa de acogida nº 1 de la estación Pravda, cerca de Moscú. Este lugar se llamaba Tishkovo, era la mayor de todas las casas de acogida. Después del colegio estuve viviendo en Voronezh durante muchos años, desde 1952 hasta 1999. Soy operaria de imprenta, estuve 40 años trabajando en la imprenta de la editorial del Comité Regional de Voronezh del Partido Comunista. También fui miembro del Partido y secretaria de su organización durante 20 años.

Pilar García Huerta

Nació en Asturias. Volvió a España en 1999.

Soy de la casa de acogida nº 1 de la estación Pravda, cerca de Moscú. Este lugar se llamaba Tishkovo, era la mayor de todas las casas de acogida. Después del colegio estuve viviendo en Voronezh durante muchos años, desde 1952 hasta 1999. Soy operaria de imprenta, estuve 40 años trabajando en la imprenta de la editorial del Comité Regional de Voronezh del Partido Comunista. También fui miembro del Partido y secretaria de su organización durante 20 años.

Me mandaron a trabajar a Tashkent, pero mi hermana y su marido vivían en Voronezh. Él era ingeniero en una fábrica de excavadoras y ella era ingeniera en una empresa alimenticia. Quería quedarme con ellos, no quería marcharme a Tashkent.
Esto les hará gracia: me enteré que en Tashkent el kilo de patatas costaba 8 rublos y a mí me gustaban las patatas y odiaba los macarrones. En Voronezh el kilo de patatas costaba 50 céntimos. Les dije a los míos "quiero vivir en Voronezh, no quiero irme a Tashkent" y ellos tuvieron que ir a la jefatura de la imprenta de la región de Voronezh para que desde Moscú solicitaran un especialista, tuve suerte de que en Voronezh no hubiera ninguno. Sino habría estado trabajando en Tashkent el resto de mi vida.
Les contaré una anécdota de mi vida. En 1941 nos enviaron a Kukkus, en la región de Saratov, distrito de Engels. Por orden de Stalin echaron de allí a los alemanes que tuvieron que abandonarlo todo: los animales, las aves, los graneros, las casas, todo. Cuando llegamos allí nuestros superiores ordeñaron a las vacas y bebimos leche fresca directamente del cubo. Nuestros chicos atrapaban una gallina, le torcían el cuello, ¡y a la cazuela! Ordeñábamos a tres vacas de las 60 ó 100 que pastaban por allí. Las vacas se iban a pastar a las plantaciones de tabaco y nosotros nos bebíamos su leche. Pasábamos hambre pero en los huertos había de todo, cogías una zanahoria, la limpiabas con un cristal roto y te la comías. Si había una calabaza, aprovechabas las semillas.
Después en ese lugar hicieron los "koljós" y nosotros les ayudábamos, trabajábamos allí. Robábamos patatas y comíamos hasta hartarnos, las guardábamos en un cubo y las asábamos en la hoguera.
Después en ese lugar hicieron los "koljós" y nosotros les ayudábamos, trabajábamos allí. Robábamos patatas y comíamos hasta hartarnos, las guardábamos en un cubo y las asábamos en la hoguera.
Muchos años más tarde construyeron el sanatorio Druzhba cerca de Moscú, en el pantano Kliazminskoe. Nos mandaban de vacaciones allí, era donde algunos españoles nos juntábamos. En una ocasión íbamos hacia la playa del pantano Kliazminskoe cerca de un campo de patatas de los koljós.
Y de pronto a uno de nuestros amigos, Tejero, se le ocurre "¡¿Y por qué no hacemos como en Kukkus?!", esto teniendo 60 años o más.
Y de pronto a uno de nuestros amigos, Tejero, se le ocurre "¡¿Y por qué no hacemos como en Kukkus?!", esto teniendo 60 años o más.
Recogimos patatas, fuimos a la cocina, robamos una cazuela, lavamos las patatas y las cocinamos para la cena como solíamos hacer en Kukkus 60 años atrás. Asamos las patatas y nos las comimos muy a gusto, tiramos la cazuela al pantano y nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Pero lo importante es que mi nieto estaba conmigo y vio como con más de 60 años hacíamos aquello. Pudo ver que era un recuerdo del hambre que pasábamos de pequeños y eso que entonces ya teníamos buenos alimentos.
Mi hija y nieto hablan en ruso pero yo me siento española. ¡Española asturiana y nada más!
Entrevistas © Anna Grave
Fotos © Mikhail Platonov