Francisco Mansilla Caramés

Nació en Madrid. Se quedó en Rusia.


Nací en una familia muy pobre. Mi padre casi siempre estaba sin trabajo. Justo cuando empezó la Guerra Civil en España me llevaron a una casa de acogida. De los cinco hijos que tenía mi madre solo me aceptaron a mí. Las casas de acogida se organizaban por el gobierno republicano a diferentes niveles en distintas ciudades de España. Soy de Madrid y la casa en la que me acogieron estaba en Madrid también. Era una casa estupenda, allí por primera vez en mi vida dormí encima de unas sábanas y con pijama, las condiciones de vida eran maravillosas. Después, cuándo los ejércitos de Franco se acercaron a Madrid, nos evacuaron a Valencia. El punto de defensa estratégico de la República en España era Madrid. Escribían poemas sobre ello y decían discursos emotivos. Madrid se defendió hasta el final. Pero llegó un momento en el que ya no pudo resistir porque Franco separo España en varias zonas y Madrid se quedó sin ayuda externa. La ciudad fue entregada en abril de 1939.

Francisco Mansilla Caramés

Nació en Madrid. Se quedó en Rusia.


Nací en una familia muy pobre. Mi padre casi siempre estaba sin trabajo. Justo cuando empezó la Guerra Civil en España me llevaron a una casa de acogida. De los cinco hijos que tenía mi madre solo me aceptaron a mí. Las casas de acogida se organizaban por el gobierno republicano a diferentes niveles en distintas ciudades de España. Soy de Madrid y la casa en la que me acogieron estaba en Madrid también. Era una casa estupenda, allí por primera vez en mi vida dormí encima de unas sábanas y con pijama, las condiciones de vida eran maravillosas. Después, cuándo los ejércitos de Franco se acercaron a Madrid, nos evacuaron a Valencia. El punto de defensa estratégico de la República en España era Madrid. Escribían poemas sobre ello y decían discursos emotivos. Madrid se defendió hasta el final. Pero llegó un momento en el que ya no pudo resistir porque Franco separo España en varias zonas y Madrid se quedó sin ayuda externa. La ciudad fue entregada en abril de 1939.

Acerca de la partida hacia la URSS y la vida de las casas de acogida de la calle Pirogovskaya y en Obninsk
En 1937 llegó un tanquista ruso a nuestra casa de acogida (era un general o un coronel) y nos dijo: "¿Quién quiere ir a la Unión Soviética?". Todos levantamos la mano. Pero teníamos que tener el permiso de nuestros padres. En aquella casa de acogida vivíamos cuarenta personas y solo siete obtuvimos el permiso de los padres para ir a Rusia, los demás se negaron. Creo que mis padres se pusieron contentos de que hubiera una boca menos que alimentar. Mi padre era de ideología comunista. "Rusia es el paraíso del proletariado" solía decir. Él no sabía que el verdadero paraíso era muy diferente.
Entonces fue cuando me trajeron a Rusia con el permiso de mis padres, a Artek. Aunque no fue exactamente Artek, sino a Gurzuf. Nosotros cantábamos " En la nariz de Gurzuf se acomoda Artek". Vivíamos en palacios, las antiguas casas de verano de los zares. La mejor parte de Artek nos la dieron a nosotros. Un profesor me dijo " Francisco, tú estarás en el Consejo (soviet)", yo le contesté " no, yo no soy del Soviet, soy español". No conseguía entenderlo, pero después averigüé que hablaba del consejo del grupo, me hicieron el encargado. Pasamos casi seis meses en Artek, hasta que llegó septiembre y nos llevaron a Moscú.
En la estación de tren nos recibió un montón de gente. Hay una foto en la que salimos en el tren con la bandera española mirando a la multitud que nos grita "¡No pasarán, no pasarán!". Nos daban flores y caramelos, fue un recibimiento muy sorprendente.
En la estación de tren nos recibió un montón de gente. Hay una foto en la que salimos en el tren con la bandera española mirando a la multitud que nos grita "¡No pasarán, no pasarán!". Nos daban flores y caramelos, fue un recibimiento muy sorprendente.
Nos llevaron a la calle Pirogovskaya nº7, donde ahora se encuentra la embajada de Vietnam, cerca de allí alquilaron un internado. Trasladaron a los estudiantes rusos del internado a la segunda planta y a nosotros nos dejaron la primera. Este internado ya no existe, en su lugar está el parque Mandelstam. El internado tenía una pequeña zona recreativa dónde solo podíamos jugamos al fútbol, pero para pasear nos llevaban al parque. Allí pasamos casi todo el tiempo, patinábamos sobre hielo y también esquiábamos. Toda nuestra vida transcurría allí, a 5 minutos de casa.
Nos daban muy bien de comer. Jamás había comido tan bién como allí y no creo que lo vuelva a hacer. En Artek también comíamos muy bien. Recuerdo estaba muy delgado, pesaba 20 kilos. Los médicos se sorprendían de mi delgadez pero por mucho que me dieran de comer yo no engordaba porque no dejaba de correr. ¿Cómo iba engordar? Al contrario, solo adelgazaba.
Comenzamos a estudiar en el colegio, los profesores nos llevaban allí. En el invierno de 1939 o en 1940 hubo días muy fríos en los que no nos dejaban salir a la calle y nos quedábamos en la casa de acogida. Así era nuestra vida hasta que comenzó la guerra.
Comenzamos a estudiar en el colegio, los profesores nos llevaban allí. En el invierno de 1939 o en 1940 hubo días muy fríos en los que no nos dejaban salir a la calle y nos quedábamos en la casa de acogida. Así era nuestra vida hasta que comenzó la guerra.
Yo ya sabía multiplicar y dividir incluso cuando estaba en España, también sabía hacer problemas de fracciones. Leía a la perfección porque aprendí muy pronto. Quizás tomaran una mala decisión conmigo, o puede que no, pero cuando decidían en qué clase ponerme, me pusieron en primero a pesar de que yo tenía ya once años. Así que cuándo empezó la guerra yo estaba en quinto, iba con tres años de retraso.
Los chicos de nuestro grupo comenzaron a hacerse mayores, algunos terminaron el séptimo curso y tenían que ingresar la Escuela Técnica. En aquel momento hicieron dos casas de acogida para los españoles, una en Leningrado y otra en Moscú. Nuestra casa de la calle Pirogovskaya, en Moscú, se convirtió en una casa de juventud y a mí me trasladaron a Obninsk. Allí ya no se estaba tan bien como en Pirogovskaya, por supuesto. En primer lugar en Pirogovskaya estaban los hijos de todos los jefes políticos españoles, sobre todo del Partido Comunista. Yo acabé allí de casualidad porque era de Madrid. Había unos 100 niños allí, la casa de acogida era pequeña pero en la de Obninsk había más de 400 niños.
En Obninsk hicieron un museo y pusieron un monumento muy bonito a los niños españoles. Estuvimos en la inauguración recordando aquellos tiempos en los que los niños españoles vivíamos allí. Ahora aquello ya no es una casa de acogida, hay un instituto de física nuclear o algo similar. Queríamos entrar a mirar pero no nos dejaron porque era una zona restringida, no pudimos ver nuestras habitaciones.
Acerca del trato especial a los niños españoles
En la casa de acogida a los niños rusos no les permitían tratar con nosotros, ¡ era algo insólito! No los encontrábamos en las fiestas de año nuevo en la Casa del Consejo. Nunca lo olvidaré, allí estaba prohibido tocar los juguetes del árbol de navidad pero nosotros los tocábamos y no nos decían nada. Pero a los rusos les echaban la bronca. Había juegos de todo tipo, por ejemplo, te tapaban los ojos y tenías que coger caramelos. Volvíamos a casa repletos de caramelos. Nos comunicamos con los rusos relativamente poco porque nosotros no hablábamos en ruso y ellos no hablan en español. Pero de alguna forma nos llevábamos bien.
Nos llevaban al cine. En la casa del puerto había un cine muy grande con balcones y allí nos tiraban dinero y caramelos. ¡Llegué a coger siete rublos! ¡Jamás lo olvidaré! En Kirovskaya [ahora Miasnitskaya] íbamos al cine en grupos de treinta o carenta personas acompañados de un profesor.
Recuerdo que nos trajeron helado en vasitos y comenzaron a repartirlo. Nos sorprendimos mucho. Después me enteré de que fueron los espectadores quienes reunieron el dinero y nos compraron helados porque nosotros no lo habíamos comprado.
Recuerdo que nos trajeron helado en vasitos y comenzaron a repartirlo. Nos sorprendimos mucho. Después me enteré de que fueron los espectadores quienes reunieron el dinero y nos compraron helados porque nosotros no lo habíamos comprado.
Así que ningún español puede decir nada malo de Rusia. La gente nos trataba estupendamente. ¡Es algo imposible de olvidar!
Sobre el comienzo de la Guerra y la evacuación a Basel, el pueblo alemán de Povolzhye
La guerra comenzó el 22 de junio de 1941. Aquello, claramente, fue culpa de Stalin porque arrestó a toda la estructura de mando. Hubo un alboroto terrible. Nos sorprendimos porque dijeron que la guerra no transcurriría en el territorio soviético si no en el del enemigo. Pero todo resultó al revés, la guerra fue en el territorio soviético y las tropas comenzaron a retirarse. La retirada fue tan rápida que en septiembre ya nos habían evacuado. Los alemanes avanzaban sin parar.
La evacuación se hizo con barcos de vapor por el Volga hasta la región de Saratov, dónde vivían los alemanes de Povolzhye. Pero cuando llegamos nosotros, según la teoría de Stalin, los alemanes de Povolzhye se fueron por querer unirse a Hitler. En realidad eso era mentira porque los alemanes de Povolzhye vivían tan bien que no tendrían que tener nada en contra de la Unión Soviética. Llegamos al pueblo de Basel y comencé a estudiar en el quinto curso. Estudiábamos en las casas de los alemanes.
Cuando llegamos las vacas andaban sueltas, sin atar y mugían. Los directores nos reunieron y nos dijeron "hay que ir a ordeñar a las vacas". Tuvimos que tirar la leche al suelo porque no había dónde recogerla.
Cuando llegamos las vacas andaban sueltas, sin atar y mugían. Los directores nos reunieron y nos dijeron "hay que ir a ordeñar a las vacas". Tuvimos que tirar la leche al suelo porque no había dónde recogerla.
Viví en ese pueblo hasta febrero, hasta que alguien escribió una carta a Dolores Ibarruri pidiendo que nos prestaran ayuda. Muchos de los niños murieron en esos pueblos alemanes. Pasábamos hambre pero podíamos alimentarnos porque todas las casas y las iglesias estaban repletas de trigo, maíz y semillas de girasol. Robábamos, es cierto, pero teníamos que alimentarnos. No nos alimentábamos con tarjetas. Con una tarjeta a un niño le correspondían entonces, según recuerdo, 350 gramos de pan. Pero a nosotros no nos daban ni 200. Alguien escribió a Dolores Ibarruri que nos estábamos muriendo de hambre y que vivíamos en muy malas condiciones. Ella nos respondió que deberíamos pensar menos en macarrones y más en estudiar. Pero imagino que de alguna forma el mensaje funcionó porque en febrero vinieron del Comisariado Popular de Educación para ver cómo vivíamos y decidieron que había que ayudarnos de alguna forma.
Acerca del trabajo en las fábricas militares de Saratov y en Georgia
Entonces dieron una orden y mandaron a algunos de nosotros a trabajar a las fábricas de Saratov. Yo partí con uno de esos grupos de cuarenta personas. Aquello fue en febrero de 1942, ya habían dispersado a las tropas alemanas cerca de Moscú. La vida comenzó a ser un poco más fácil.
Nos mandaron andando a la estación, unos treinta kilómetros. Era invierno y hacía mucho frío. Las botas de fieltro me hicieron rozadura en la rodilla, me tuvieron que currar allí mismo. Subimos al tren y nos fuimos a Saratov. Allí comenzaron las instrucciones para trabajar en la fábrica. A cada uno nos dieron una cama y comida. Para desayunar teníamos 200 gramos de pan, también nos daban té y algún tipo de cereales. Para comer también nos daban 300 gramos de pan. En total nos damos 700 gramos de pan igual que a los trabajadores. Nosotros éramos aprendices en la fábrica y por eso la normativa era como para el resto de trabajadores. Aquello no sorprendía mucho porque en Basel apenas había pan, normalmente nos preparaban trigo y maíz. Pero aquí incluso nos daban azúcar, algo que hacía mucho que no habíamos visto.
Me pusieron a trabajar en una máquina de estampación, eran máquinas hidráulicas gigantes con unas cuerdas muy gruesas qué había que levantar y que al golpear hacían la estampación. Yo hacía bidones para combustible de avión pero apenas podía aguantar aquella cuerda porque yo era muy endeble. No era el único que lo estaba, pero era el más flaco de todos. Les daba pena a los trabajadores y nunca me obligaban a trabajar en las máquinas si no que siempre me daban trabajos auxiliares, yo les ayudaba a transportar cosas.
En junio terminaban los estudios que habían durado cuatro meses. Llegó una orden del Comisariado de Educación para que nos llevaran a Tbilisi de nuevo en barco. Los alemanes hacían lo que querían, bombardeaban todo alrededor, el río ardía. Había humo porque bombardearon petroleros que se encendían como una cerilla. Por la noche siempre nos hacían salir del barco, por si acaso lo bombardeaban estuviéramos en tierra. Por eso llegamos con éxito. Durante el viaje no pasamos hambre ni una vez. Con nosotros viajaba un comisario de cierto poder, por ello nos daban pan con embutido y siempre había té porque había agua caliente de sobra.
Llegamos a Bakú, dónde nos subieron a un tren para Tbilisi. En Tbilisi de nuevo comencé a trabajar en una fábrica, la fábrica número 31 Dmitrov, como un estampador de tercera categoría. Volví a trabajar con máquinas de estampación pero estas eran distintas, más pequeñas. Me pusieron junto a un trabajador que me enseñó cómo funcionaban. Hacíamos doble jornada, 12 horas en total, comenzábamos a las 6 y terminábamos a las 6. Normalmente hacía arandelas para los tornillos de los aviones.
Una vez trabajando por la noche me dormí y mi mano quedó atrapada en una máquina, incluso ahora sigo con el dedo lesionado. Pero me curaron enseguida, me llevaron inmediatamente a la clínica, me lo desinfectaron, me pusieron vendaje y me dieron quince días de descanso. ¡Estupendo, una baja! Esta fue la única desgracia que me pasó durante la guerra.
Una vez trabajando por la noche me dormí y mi mano quedó atrapada en una máquina, incluso ahora sigo con el dedo lesionado. Pero me curaron enseguida, me llevaron inmediatamente a la clínica, me lo desinfectaron, me pusieron vendaje y me dieron quince días de descanso. ¡Estupendo, una baja! Esta fue la única desgracia que me pasó durante la guerra.
Vivíamos en una residencia que se encontraba dentro de la fábrica. Estaba prohibido vivir dentro de las fábricas pero nosotros nos lo permitían y por ello no había que coger tranvía ni autobús. Desde la residencia salías directamente a la fábrica. Antes del fin de la guerra, cuando los nuestros iban a tomar Berlín decidieron sacarnos de aquella fábrica trasladaron a una residencia en Tbilisi. Aquí comenzaron nuestras dificultades, porque teníamos que ir en un tren que estaba lleno hasta arriba de trabajadores. Pero de alguna forma siempre tratábamos de meternos en el vagón. Varios de los nuestros murieron bajo las ruedas del tren, enganchados en los alambres de los trenes que venían en dirección contraria.
Sobre el caso de las botas en Tbilisi
Nunca olvidaré cuando trabajaba en Tbilisi y la Cruz Roja nos ayudaba con algunas tarjetas. Gracias a ellas nos daban zapatos, pantalones y camisas. Con las tarjetas normales no daban nada aparte de comida: pan, aceite de girasol, azúcar y galletas. Todo lo demás había que buscarlo para ver en qué tiendas se vendía y en cuáles no.
Me llamaron de la Cruz Roja y me dijeron "te damos una tarjeta para unos zapatos". En aquel momento yo no tenía zapatos, iba casi descalzo, me ataba mis zapatos con alambres. Llegué a la tienda, les entregué mi talón y el vendedor me miró porque iba medio desnudo y medio descalzo y dijo "¿ para qué quieres los zapatos?". "Quiero venderlos" contesté.
Me dieron los zapatos, ¡qué botas más estupendas! Eran todo un lujo.
Me dieron los zapatos, ¡qué botas más estupendas! Eran todo un lujo.
Fui al mercado de Tbilisi, enseñé las botas y en seguida se me echaron encima los especuladores georgianos "¿cuánto quieres por las botas?". 7000 dije. Por aquel entonces siete mil era mi sueldo anual. Hasta yo mismo me asusté, pero ellos no se asustaron. "¿Siete mil? De acuerdo". Cogieron mis botas, me llevaron a un rincón oscuro y como entonces llevaba una camisa comenzaron a ponerme el dinero sin contar dentro de la camisa. Yo no lo conté, pensé que me engañarían, que me habrían estafado seguro.
Me compre comida, calzado, ropa, me compré unos pantalones, una camisa, un chaleco y unas botas. Llegué a casa, conté lo que me había gastado y resultó que no me habían dado 7000 sino más incluso. Fue sorprendente porque me podían haber engañado. Estuve viviendo gracias a ese dinero bastante tiempo más, al menos no tenía que vender mi pan. En Tbilisi se vivía bien. Durante el tiempo de la guerra en el mercado se vendía de todo, manzanas, peras, albaricoques, melocotones, tomates, pepinos… en Rusia morían de hambre y allí había plenitud de todo.
Me compre comida, calzado, ropa, me compré unos pantalones, una camisa, un chaleco y unas botas. Llegué a casa, conté lo que me había gastado y resultó que no me habían dado 7000 sino más incluso. Fue sorprendente porque me podían haber engañado. Estuve viviendo gracias a ese dinero bastante tiempo más, al menos no tenía que vender mi pan. En Tbilisi se vivía bien. Durante el tiempo de la guerra en el mercado se vendía de todo, manzanas, peras, albaricoques, melocotones, tomates, pepinos… en Rusia morían de hambre y allí había plenitud de todo.
Acerca de la vuelta a Moscú después de la guerra.
Mientras vivíamos en aquella residencia las tropas habían rodeado Berlín. ¡Estábamos muy contentos de que la guerra estuviese a punto de acabar! Y así fue: al llegar el 9 de mayo y terminar la guerra nos evacuaron a todos a Moscú.
Al principio trabajé en la fábrica de aviación número 43. Les pedí que me retirarán de la máquina de estampación y me pusieran en el de cepillado. Comencé a trabajar máquina de cepillado, recibiendo la quinta categoría y por alguna razón decidieron cambiarnos a otra fábrica, a la fábrica de máquinas de pulido interno número 221.
Yo ganaba muy poco dinero y por lo general vivía vendiendo mi pan. Me correspondían 700 gramos de pan de los cuales yo comía 300 y 400 los vendían al mercado. En aquel entonces todo el mundo vendía su pan y sobrevivían gracias a eso.
Yo ganaba muy poco dinero y por lo general vivía vendiendo mi pan. Me correspondían 700 gramos de pan de los cuales yo comía 300 y 400 los vendían al mercado. En aquel entonces todo el mundo vendía su pan y sobrevivían gracias a eso.
Había que ganar dinero y yo nunca tenía porque ganaba 300 o 400 rublos mientras que otros trabajadores ganaban 2000. Con 300 rublos era imposible sobrevivir. Incluso ahora me preguntó por qué hicieron las normas para los niños igual es que para los adultos. Es algo que me sorprende. No tenían que haberlo hecho. Bueno, si lo hicieron es que tendrían la necesidad. Lo importante es que vencimos a los alemanes. El ejército alemán fue destruido. Además considero que la victoria fue gracias al pueblo soviético, no gracias a Stalin si no a la gente soviética. Aunque también existieron Zhukov y otros mariscales que supieron manejar muy bien a las tropas. Fue una victoria muy dura.
Acerca de los estudios en el Instituto Técnico Agrario de Colomna
Comencé a pensar en mis estudios porque yo era un don nadie. No quería trabajar en la estampación así que ingresé en una escuela vespertina rusa. Hablé con el director porque no tenía documentos de haber acabado el quinto curso ya que lo había cursado en el pueblo alemán de Povolzhye. Él me contestó " entra en sexto, te aceptaremos". Y realmente fueron a mi encuentro. Acabe el séptimo curso y decidí entrar a estudiar en el Instituto Técnico para obtener la enseñanza media. Ingresé en el Instituto Técnico Agrario en la facultad de agronomía. Me aceptaron prácticamente sin exámenes, hubo exámenes pero muy sencillos por qué salió una ley de Stalin por la que los niños españoles entrarían a estudiar fuera de concurso. Acabé el instituto con la especialidad de horticultura.
Estuve algún tiempo sin trabajar. No podía sobrevivir, no tenía donde dormir, no tenía piso, no tenía nada. Estaba desnudo por así decirlo. Fui a la Administración Local de Agricultura de Moscú y les dije que había terminado el instituto técnico y necesitaba trabajar. Desde allí me mandaron a Colomna, algo que me dio mucha alegría porque había estudiado allí.
Fui al Comité Ejecutivo del distrito de Colomna y ellos enseguida encontraron al director del koljóz para estudiar mi caso. Fue complicado porque yo era extranjero y no tenía la nacionalidad. No era ruso ni español, ni tampoco soviético. Me aceptaron en el koljóz, donde viví desde 1949 hasta 1953, casi 5 años estuve trabajando allí.
Acerca del incidente de las 10 toneladas de cereales y col
En todos los koljóz me trataban maravillosamente. Nunca olvidaré un caso: entré a trabajar de agrónomo cuando un día llamaron del Comité Regional del partido. La recepcionista dijo que el director no estaba disponible pero que podían hablar con un agrónomo. "Pues pásenos al agrónomo" dijeron.
"¿Cuánto cereal tienen en el almacén?" y yo como un tonto que era, como era del partido y del comsomol, y no podía engañar al partido les dije "diez toneladas". "¿Cómo 10 toneladas? Deben entregarlo al gobierno". Contesté "¿Por qué hemos de entregarlo si ya hemos enviado la cantidad requerida?". "Eso no tiene importancia" contestaron. Llegó el director y me echó una bronca descomunal por decir lo de las 10 toneladas. Qué iba a saber yo, era mi primera vez.
Entonces aprendí para toda la vida que había que mentirle al partido, sino no podías sobrevivir.
Entonces aprendí para toda la vida que había que mentirle al partido, sino no podías sobrevivir.
Al día siguiente nos llamaron al despacho del partido en Colomna. Cogimos un caballo, fuimos a Colomna donde ya nos estaban esperando el procurador y el jefe de policía. Me llamaron y el Secretario del Comité Regional me dijo :

— Aquí el señor Mansilla no quiere entregar las 10 toneladas.

— Yo sí que quiero, pero ya hemos entregado la cantidad requerida.

— ¿Lo ve? El camarada no comprende . Él mira por el koljóz. Firme este documento de que los va a entregar.

— No lo firmaré.

— Entonces váyase.
Llamaron al director para comunicarle algo, el director salió y me dijo: "Francisco, firma el documento porque si no te mandarán a prisión por etapas. Yo ya lo he firmado por tí, vete y no vuelvas a hacerlo". Lo firmé y se llevaron las 10 toneladas al día siguiente. Dejaron a los trabajadores del koljóz sin pan durante un año. Ni si quiera podíamos dar 200 gramos por persona. ¿Qué son 200 gramos cuando por las tarjetas deban 500 ó 700 gramos?
Llamaron al director para comunicarle algo, el director salió y me dijo: "Francisco, firma el documento porque si no te mandarán a prisión por etapas. Yo ya lo he firmado por tí, vete y no vuelvas a hacerlo". Lo firmé y se llevaron las 10 toneladas al día siguiente. Dejaron a los trabajadores del koljóz sin pan durante un año. Ni si quiera podíamos dar 200 gramos por persona. ¿Qué son 200 gramos cuando por las tarjetas deban 500 ó 700 gramos?
Me estaba devanando los sesos pensando cómo ayudar a la gente que no había recibido nada. Yo tenía coles. Ya habíamos hecho el envío correspondiente y según la ley de Stalin si habías entregado una tonelada podías vender 100 kilos en el mercado. Fui al director y le dije "Oiga, nos ha sobrado mucha col, podemos vender el 10% en el mercado y repartir las ganancias a los trabajadores del koljóz". "¿Qué dice?" me contesta. "Mire este mandato" le digo al secretario y realmente era el 10%. En seguida hizo un comunicado y repartieron 16 kilos de col por persona. El kilo de col estaba a 4 rublos entonces, era muy cara y nosotros teníamos mucha, toda una llanura cerca del río Oka.
Los trabajadores del koljóz estaban tan contentos que olvidaron lo de las 10 toneladas. Yo estaba feliz de haber ayudado de la forma que fuera a la gente. Todos recibieron coles y las vendieron en el mercado. El director del koljóz llamó al encargado del grupo para decir "llena este coche de coles para Francisco y véndelas". ¡Me trajeron tanto dinero! Podía comprarme ropa y calzado para toda la vida. El trato que me dieron fue increíble. Si le hubiera dicho que un coche era poco me hubiera dado dos.
Después intentaba hacer trampas siempre que podía. Para el 1 de mayo había que terminar la siembra para informar al Comité Central. No se tenía en cuenta si llovía o no. Yo informé y me elogiaron por ser el primero en acabar la siembra. Por supuesto que luego acabé la siembra pero aún tenía gente trabajando. ¡Vaya tiempos aquellos, quién los pillara!
Acerca del ingreso en la Universidad Estatal Agraria Timiryazev
En el año 1953 decidí ponerme a estudiar, ingresé en la Universidad Timiryazev para recibir la educación superior. Hice exámenes para estudiar a distancia y saqué treses sobre cinco, pero como era agrónomo me aceptaron. Estudié un año a distancia y me cambié al presencial. En el presencial estudiaban algunos españoles y me dijeron "¿Comó es que estudias a distancia?". En la opción presencial daban unas becas muy buenas, de 500 rublos.
En el koljóz de Colomna cobraba 500 rublos y era el único al que le pagaban todos los meses. No sé de dónde sacaban el dinero en el koljóz pero cada mes me pagaban 500 rublos de sueldo. Además de eso iba a estudiar y me examinaba, el koljóz se encargaba de todos los gastos, incluso de la vivienda. Sigo sorprendido del trato que me daban. Incluso me daba vergüenza hablar de ello con otros agrónomos porque ellos no cobraban nada, no había dinero en el koljóz. Había koljóz pobres que no podían pagar a los trabajadores, pero seguían trabajando con entusiasmo. A mí sí que me pagaban.
Decidí cambiarme a la opción presencial, fui a hablar con el decano de la Facultad de Economía Agrícola para entregarle los documentos de haber estudiado en el Instituto. Él me dijo:

 — De acuerdo, haz los exámenes en condiciones normales.

 — ¿Por qué tengo que hacer el examen si aprobado el Instituto Técnico?

 — Tienes que hacer el examen porque no hay plazas suficientes.


Se negó en rotundo. Fue la única persona que me ofendió, hasta ese momento todo había ido de maravilla. Cualquier sitio al que fuese se me abrían las puertas por ser español.
Si en el tren me atrapaban sin billete, los revisores miraban mi pasaporte sin nacionalidad y me preguntaban "¿Eres español? Dejadle pasar."
Si en el tren me atrapaban sin billete, los revisores miraban mi pasaporte sin nacionalidad y me preguntaban "¿Eres español? Dejadle pasar."
Me conocían y no me tocaban. El billete de Colomna a Moscú costaba 14 rublos y mi beca era de 140 rublos por eso no me podía permitir pagar el billete. Nunca olvidaré la manera maravillosa de la que me trataban, se lo aseguro.
Hice los exámenes de modo ordinario. Cuando los profesores de la universidad me vieron haciendo el examen, preguntaban "¿No habías hecho el examen ya?¿Qué nota tenías, un 5?". Y me ponían un 5. Un cinco en física, otro en química. Hice un prueba de lengua rusa por escrito y entonces otros españoles y yo hicimos trampas, hicimos un trato con unas chicas rusas para que hicieran por nosotros las redacciones. Salimos al baño, dijimos el tema de la redacción y ya la tenían preparada, solo tuvimos que copiarla. Saqué un 4 y cuando tuve que hacer la prueba oral el examinador me preguntó "Oye, hablas muy mal en ruso, con tanto acento,¿ y tienes un 4 en el examen escrito? No es posible, no me lo creo. No quiero examinarte ahora pero estoy seguro de que si lo hiciera sacarías un dos. Te pondré un 3 en el examen oral y también un tres en el escrito, ¿ conforme?". Yo le digo " claro, haga lo que mejor le parezca".
Pensaba que finalmente me admitirían por ser agrónomo. Tenía 15 puntos y necesitaba 20. No estaba en las listas así que fui a hablar con el decano.
Pensaba que finalmente me admitirían por ser agrónomo. Tenía 15 puntos y necesitaba 20. No estaba en las listas así que fui a hablar con el decano.
— ¿Por qué no me han aceptado ? Aparte de la lengua rusa he sacado 4 y 5 en todo.

— ¿Hace cuanto que vive en la Unión Soviética?

— 15 años.

En 15 años podía haber aprendido ruso perfectamente. Por eso no le admitiré. Tiene dos treses, no pasa por la puntuación.
Salí del despacho y la secretaria me dijo "¿Es usted español? Vaya al primer departamento". Fui con mis documentos y encontré a un hombre allí. Le dije:

 — Soy español, aquí están mis documentos.

 — Le admitiré en el primer curso. Ha salido un mandato de Stalin por el cual los españoles se admitirán sin exámenes ni concursos.

 — De acuerdo. ¿Se me concederá una beca?

 — No se preocupe, la Unión Soviética le pagará una beca.


Acerca del trabajo en el Ministerio de Agricultura y la manía del espionaje
Acabé la Universidad de Timiryazev en 1958 con el título de Ingeniero Economista Agrícola y me puse a buscar trabajo de nuevo. Me encontraba en Moscú esta vez, mi esposa era moscovita. ¿Quién de las españolas hubiera venido a vivir conmigo al pueblo? Solo una rusa podía. Nos llevábamos muy bien.
Fue complicado encontrar un empleo porque nadie quería aceptar a personas sin nacionalidad. En aquel momento los extranjeros eran los "espías imperialistas". Mis amigos me dijeron que había un puesto vacante en el Ministerio de Agricultura en el departamento de vínculos externos.
Le dije al director del departamento:

— ¿Qué significa "vínculos"? Debería ser relaciones. En ruso no suena demasiado bien.

 — No no. Nos han dado una orden, tiene que ser "vínculos".
Le dije al director del departamento:

— ¿Qué significa "vínculos"? Debería ser relaciones. En ruso no suena demasiado bien.

 — No no. Nos han dado una orden, tiene que ser "vínculos".
Está bien. Necesitaban un agrónomo que hablara en español porque se trataba de Cuba. Miró mis documentos y dijo:

— No puedo admitirle porque no es usted ruso.

 — ¿Y qué? Voy a convertirme en un ruso.

 — No, imposible.
Luego lo estuvo pensando, salió a hablar con alguien y dijo "Esta bien, podemos admitirle en otro departamento, le pagarán ellos pero trabajará para nosotros". Por eso no constaba en vínculos externos sino en la industria maderera, koljóz y otros. Realmente no me importaba dónde me admitieran mientras pudiera trabajar. Después mi departamento se unificó con otro ministerio y pasé a formar parte de él. De nuevo constaba como departamento de industria maderera. Había una increíble obsesión con el espionaje. Trabajé allí prácticamente hasta la jubilación.
Luego lo estuvo pensando, salió a hablar con alguien y dijo "Esta bien, podemos admitirle en otro departamento, le pagarán ellos pero trabajará para nosotros". Por eso no constaba en vínculos externos sino en la industria maderera, koljóz y otros. Realmente no me importaba dónde me admitieran mientras pudiera trabajar. Después mi departamento se unificó con otro ministerio y pasé a formar parte de él. De nuevo constaba como departamento de industria maderera. Había una increíble obsesión con el espionaje. Trabajé allí prácticamente hasta la jubilación.
Acerca del trabajo en Cuba
En 1970 Fidel declaró que Cuba produciría 10 millones de toneladas de azúcar. Todos los comunistas hacían declaraciones así que luego no se llevaban a cabo. Antes de aquello producían 5 millones y llegaba de sobra. Realmente no era rentable producir en tal exceso porque los precios caerían. Cuando llegué allí y me pusieron a trabajar en la planificación perspectiva el lema era "¡10 millones de toneladas, van, van, van!"
Organicé grupos de planificación perspectiva en todas las provincias. Calculábamos el área de plantación del azúcar de caña y su cosecha. El resultado que obtuve no fueron 10 millones de toneladas sino 7 y le dimos estos datos al director de Instituto Nacional de Reforma Agraria. Se los hicieron llegar a Fidel.
Éste salió diciendo en un discurso el 1 de mayo sobre nosotros "estos malnacidos han planeado obtener 7 millones de toneladas, cuando podemos producir 10 millones de toneladas". El día siguiente me despidieron del trabajo a pesar de que había llegado allí por un acuerdo, ¿imagina?
Éste salió diciendo en un discurso el 1 de mayo sobre nosotros "estos malnacidos han planeado obtener 7 millones de toneladas, cuando podemos producir 10 millones de toneladas". El día siguiente me despidieron del trabajo a pesar de que había llegado allí por un acuerdo, ¿imagina?
Finalmente sólo pudieron obtener 6,5 millones de toneladas. Supongo que estarían disgustados. Fidel dijo "igualmente nos hemos superado" aunque solo fueran 6,5 millones de toneladas. Hay que ser qué no se yo quién para decir eso. Pero encontré otro trabajo en seguida. Había un fábrica de construcción de cosechadoras. Me trasladaron allí como economista. Necesitaban a un economista para probar las máquinas. Yo ya había trabajado aquí probando maquinaria, conocía el proceso. Entré a trabajar allí con mejores condiciones que en el trabajo anterior. Después regresamos aquí ya que mi hijo debía ingresar en el 6º curso.
Acerca del trabajo después de la Perestroika y la lucha contra los favoritismos y el alcoholismo
En cuanto Gorbachóv subió al poder la jubilación se adelantó unos cuantos años. Cumplí años en octubre y en junio me dieron la jubilación. Ni si quiera había cumplido los 60. Desde entonces estoy jubilado pero decidí seguir trabajando. Buscaba anuncios de sitios donde buscaban empleados. Ya había trabajado de peón, por qué no hacerlo de nuevo. Entré a trabajar en la fábrica de instrumentos musicales "Lira". Fui a hablar con el director y le dije "quiero trabajar con vosotros, estoy jubilado". Me dijo "de acuerdo, te admitimos y luego ya veremos".
Trabajé un tiempo en las máquinas cuando de pronto me llamó para decir "Mansilla, ¿sabes qué he pensado? Te voy a pasar a maestro. Tienes educación superior, ¿no? ¿Por qué ibas a trabajar de peón?" У yo dije "claro, es que yo nunca antes había trabajado con la madera", "no importa, aprenderás" me contestó. Me trató estupendamente, me hizo encargado de los bienes de consumo, para mí aquello era un milagro. Todo el material sobrante de la fábrica pasaba por mí y yo lo vendía. Tenía un equipo de trabajadores que hacían diferentes piezas con el material sobrante que yo podía vender. Se podría decir que yo era el vendedor de la fábrica.
Con la llegada de Yeltsin y la situación en el país cambió. Recuerdo que tenía que hacer cola para comprar leche para mi hijo pequeño por 2 ó 3 horas, no había azúcar, la comida desapareció. Suerte que estaba trabajando en la fábrica, nos distribuían los alimentos por la fábricas, en los talleres distribuían pollo, mantequilla y margarina. Los trabajadores estaban contentos, qué iban a hacer. No recibían todo lo esperado pero ya era algo.
Me escogieron presidente del comité y yo repartía estos alimentos, no confiaba a nadie este trabajo si yo mismo no estaba presente. Aquí empezaron los favoritismos y los amiguismos de los conocidos. Yo me sorprendía y los prohibía, no permitía que dieran ni una gallina sin que yo supiese quién la necesitaba. Además intentaban que yo recibiera la mejor parte de todas y yo les penalizaba por ello.
Un día trajeron lomo y me dejaron la mejor parte. Yo dije "¿Quién ha hecho esto?" Todos callaban. "¿Quién me ha dejado el mejor trozo?" Ellos dijeron "Bueno, es para ti, eres uno de los nuestros". Yo me negué rotundamente. En este aspecto los rusos son sorprendentemente favoritistas. No es culpa de ellos, la sociedad los ha hecho así.
Un día trajeron lomo y me dejaron la mejor parte. Yo dije "¿Quién ha hecho esto?" Todos callaban. "¿Quién me ha dejado el mejor trozo?" Ellos dijeron "Bueno, es para ti, eres uno de los nuestros". Yo me negué rotundamente. En este aspecto los rusos son sorprendentemente favoritistas. No es culpa de ellos, la sociedad los ha hecho así.
Recuerdo cuando decidieron cerrar la fábrica y ya no quedaba material sobrante. Apenas llegaba madera y me hicieron encargado del departamento de embalaje. Hacíamos embalajes para pianos, violines, todo tipo de instrumentos musicales. Yo tenía un taller con 9 ó 10 trabajadores pero todos los que hacían piezas eran unos borrachos acabados, unos alcohólicos. Hacía algo muy sencillo, cogía un papel y redactaba una carta de despido en su nombre "yo, Fulanito de tal, pido la dimisión de la fábrica". Ellos decían "¿Por qué iba a despedirme?", "porque te emborracharás y tendré que despedirte, no necesito borrachos aquí".
Todos los alcohólicos eran de la categoría más baja de trabajadores, solo sabían poner clavos y nada más. Firmaban la carta de despido y la primera vez que se emborrachaban iba al departamento de personal, les daba la carta y despedían al trabajador. Me culpaban de haberlos tratado mal y yo les decía "No te he tratado mal, tú mismo te maltratas. No bebas y todo irá bien". No me gustan los borrachos. Uno puede hacerse daño en las manos, tenía pistolas automáticas y sierras. Al que llegaba borracho lo mandaba a casa y que no volviese al trabajo. Los despedía así de fácil. Así eran la medidas que tomábamos.
En la fábrica había una habitación llena hasta arriba de clavos. Pregunté "¿Para qué tantos clavos?" y el que era maestro antes de mi dijo "son de reserva, por si acaso". Yo le digo "Y para qué necesitas por si acaso. Es mejor que cojas clavos en el almacén, también será lo más cómodo para la fábrica" y él se empeñó "no no, prefiero tenerlos yo de reserva". Una reserva, ¿sabes?
Me deshice de aquella reserva en una semana y encargué en la fábrica más, como debía ser. Recuerdo que el director me dijo "Has hecho muy bien eh haber usado todos los clavos en una semana". Y más con los borrachos.
Me deshice de aquella reserva en una semana y encargué en la fábrica más, como debía ser. Recuerdo que el director me dijo "Has hecho muy bien eh haber usado todos los clavos en una semana". Y más con los borrachos.
Es fácil manejar a las personas. Las personas tienen cerebro y cabeza. Si son malas, son malas del todo. Significa que no hay que aceptarlo en el trabajo. Trabajé allí de 1986 a 1996 y cuando me fui el director no quería dejarme ir. Pero empezaron las reformas, en la fábrica comenzaron a privatizar algo. Aquello no me gustó y me fui.
Acerca del centro español
Este lugar empezó a funcionar exclusivamente como Centro Español en 1993. Antes de eso aquí se encontraba el Partido Comunista Español y el centro era parte de él. Hay que decir que el Partido Comunista Español siempre nos ha ayudado. Era nuestro centro, la que íbamos a quejarnos, a pedir ayudas, etc. Aquí estuvo Dolores Ibarruri, también Bobadilla. En 1993 dejaron de pagarnos los sueldos. El Comité Central pagaba a la Cruz Roja y ellos nos pagaban a nosotros. Intentaban camuflarse de alguna manera para que no se quejaran de que es una organización política pero en realidad lo era porque aquí nos educaron con espíritu comunista.
Aquellos españoles eran auténticos fanáticos del comunismo. Recuerdo que uno de ellos me llamó y me dijo "te vamos a nombrar encargado del grupo político", yo les contesté "no quiero, ¿no veis que el país se está derrumbando?". "¡Qué dices!¿Cómo no vas a querer? Eres un comunista, es tu deber". Pero ciertamente poco después el país se derrumbó.
Antes el presidente era Alberto Fernandez, que en paz descanse. Antes de él estaba Alfonso Saavedra. Era un auténtico emigrante que se trasladó de España a Cuba pero allí comenzó la revolución y vino aquí para quedarse. Le escogieron presidente del centro. En aquel momento el sueldo no estaba mal. Le pusieron de ayudante a Alberto, que a su vez me conocía a mí de la casa de acogida. Me llamó porque sabía que soy economista e intenté trabajar de contable. Trabajé de contable aquí los primeros 2 ó 3 años. Alfonso emigró y murió en España y Alberto se quedó, entonces era el presidente y yo el contable. Alberto murió en 2002 y me he quedado yo.
España siempre ha financiado a este colectivo. Pagaba la electricidad , el alquiler, el teléfono . Todos los gastos nos los pagaba al completo, incluso nos pagaba un sueldo y nos daba dinero para los funerales. Tenemos muy buenas relaciones. En 2010 sólo nos pagaron 6000 euros , que es muy poco, nosotros pedimos 40 000. En 2011 no nos dieron nada en absoluto. Tuvimos que enfrentarnos a la verdad, había que cerrar el centro porque no lo podíamos pagar. ¿Qué íbamos a hacer? Decidimos hacer un llamamiento popular , reunimos a todos los que podían caminar. Decidimos salvar el centro nos costase lo que nos costase y pagar 5000 rublos como cuota del club.
En el centro español celebramos la Navidad, el 1 de mayo, el 9 de mayo, el 8 de marzo y el 12 de octubre, que es el día de España. Nos reunimos unas 100 personas, también los nietos y los bisnietos. También vienen amigos y amigas. Nunca nos reunimos en casa, incluso para celebrar los cumpleaños o los funerales nos reunimos aquí. Disponemos de una sala con mesa y sillas, es un edificio estupendo pero es tan viejo que incluso cuando bailamos tememos que el suelo se derrumbe.
Acerca del primer viaje a Europa y la decisión de quedarse en Rusia
Cuando hicieron el Festival de la Juventud conocí a un español que había venido de Francia. Nos hicimos amigos, vino a mi casa a comer y me invitó a que fuera a Francia a visitarle. En aquel momento era complicado porque no nos dejaban, hasta que en 1956 nos comenzaron a permitir marcharnos. Creo que los únicos inmigrantes a los que dejaron salir de Rusia fueron los españoles, a pesar de todos los impedimentos.
Había que cumplir unas características que se ponían a debate en la comisión de jubilados y abuelos. Era algo que yo detestaba porque hacía preguntas de lo más absurdo. Me preguntaron cuántos miembros había en el Consejo de Asistencia Económica Mutua. Yo los conté y dije que nueve. Me dijeron que no y no me dejaron pasar. No cumplía los requisitos. Resultó que eran 10 porque olvidé incluir la Unión Soviética. Me lo preguntaron por segunda vez:


 — ¿Cuántos son?

 — Diez.

 — Ahora es correcto. ¿A quién olvidaste la otra vez?

 — A la Unión Soviética.

 — ¡Olvidó al más importante!


Y comenzaron a recriminarme. Qué iban a hacer, finalmente me dieron el permiso.


La primera vez salí a Francia en 1961. Me reuní con mis padres en casa de mi amigo en la pequeña ciudad de la costa mediterránea francesa. Una ciudad estupenda, con playa y pescadores. Había casitas, apartamentos y palacios, de todo. Llegué a París, fui hasta aquella ciudad y ellos me recibieron. Después vinieron mis padres, mi hermana, mis hermanos, todos. Fue la primera vez que vi a mis padres.
Me sorprendió de que mi amigo pudiera darnos de comer a todos. Nos alimentó diez días, cada uno de ellos, nos preparaba carne, nos llevaba a restaurantes. Era un trabajador, un carpintero. En la Unión Soviética apenas podía mantenerme yo mismo, si hubieran venido a mi casa no lo hubiera podido hacer.
Me sorprendió de que mi amigo pudiera darnos de comer a todos. Nos alimentó diez días, cada uno de ellos, nos preparaba carne, nos llevaba a restaurantes. Era un trabajador, un carpintero. En la Unión Soviética apenas podía mantenerme yo mismo, si hubieran venido a mi casa no lo hubiera podido hacer.
Es cierto que no pudimos quedarnos en su casa pero nos alquiló una habitación y la pagaba él. Una gran habitación con tres camas donde dormíamos todos. Yo con mi hermano, mis hermanas en otra y mis padres en la tercera. Su padre era un comunista hasta la médula y su madre también. Eran estupendos. Eran personas sorprendentes pero los perdí y no puedo encontrarlos. Ahora me gustaría darles las gracias, ahora que tengo algo de dinero. Mi hijo buscó por internet y tampoco los encontró.
Mi mujer y yo queríamos irnos a España pero lo cierto es que sus padres eran tan mayores que temíamos dejarlos solos. Su padre perdió la vista. No íbamos a dejarlos en un geriátrico. Allí se morirían. Nos quedamos a vivir con ellos, siempre habíamos vivido en la misma casa. Su madre murió la primera y su padre falleció hace relativamente poco. Estoy convencido de que ante los ojos de Dios, suponiendo que exista, estamos en paz porque cuidamos a los ancianos hasta el final. Su padre nos trataba muy bien, cuando yo estaba estudiando él nos ayudó. Siempre teníamos comida, cena y desayuno, mientras estuviésemos estudiando. Para ellos era lo más importante. ¿Cómo podía abandonar a aquellos ancianos?
Y ahora, ¿a dónde voy a ir? En España no me queda nadie. Mis hermanos murieron, mis padres murieron, mis hermanas también. No hay nadie, solo quedan mis sobrino pero no los conozco y ellos a mí tampoco.
Y ahora, ¿a dónde voy a ir? En España no me queda nadie. Mis hermanos murieron, mis padres murieron, mis hermanas también. No hay nadie, solo quedan mis sobrino pero no los conozco y ellos a mí tampoco.
Acerca de las identidades rusa y española
¿Podía decir que Rusia se ha convertido en mi patria? Por supuesto. En España echaba de menos Rusia, lo digo sinceramente, porque allí no tengo nada ni nadie que me retenga. Fui varias veces al pueblo de mi abuela de vacaciones pero allí nadie me conocía, nadie se acordaba. Andaba como un desconocido.
Me siento ruso, por supuesto, pero hay más de español en mí que de ruso, lo quiera o no. Además trabajo en el Centro Español y aquí todo el mundo habla en castellano, eso significa mucho. Echo a perder mi ruso porque no paro de hablar español aquí. Mi hijo habla muy bien en español. Mis dos nietos están en Alemania y mi nieta esta aquí en Moscú, estudiando en la Universidad. Es muy inteligente, el español no le supone ningún esfuerzo. A veces me sorprendo, le digo una palabra y la recuerda para toda su vida. No lo habla pero lo comprende casi todo.
Vamos a España todos los años, los viajes nos salen totalmente gratis, solo pagamos el taxi del aeropuerto a casa. Siempre me quedo unos tres o cuatro días en Madrid, paseo por mis lugares de la infancia. Es milagroso que todo siga como estaba.
Mi hermano se sorprendió de que recordara cada calle. Yo le dije "tú lo ves cada día y no le prestas atención pero yo lo guardé todo en la memoria".
Mi hermano se sorprendió de que recordara cada calle. Yo le dije "tú lo ves cada día y no le prestas atención pero yo lo guardé todo en la memoria".
Creo que el Partido Comunista Español ayudó a que conserváramos nuestra identidad española, aunque muchos no lo reconocen, porque nos mantuvo, fue el centro que nos unía a todos los españoles de la Unión Soviética. Lo quisiéramos o no siempre recurríamos a ellos si necesitábamos algo, cualquier cuestión pasaba por ellos y nos ayudaban. No puedo decir nada malo de esas personas. Lo único malo fue que estaban totalmente en contra de que regresáramos a nuestra tierra. Pero eran cuestiones políticas.
Hay algo que los rusos y los españoles comparten, es complicado de definir, pero lo hay. Tanto Rusia como España son los extremos de Europa. Eso influye en el carácter de las personas, tanto en Rusia como en España. Bueno, Rusia considera que es una gran nación, España no. Aunque hablen mal de Franco diré que él levantó el país, trajo el turismo. Allí donde había pueblos pesqueros hicieron grandes hoteles. España vive gracias al turismo gracias a Franco. Antes de Franco estaba Primo de Rivera y también pensaba en el turismo. España gana un buen dinero gracias a sus playas y al clima. Pero ahora la situación es complicada allí, hay mucho paro. Pero aguantan. Porque en España la gente se ayuda mutuamente. Las familias. En las familias ayudan a los hijos, los hijos ayudan a los padres.
Por eso en España no hay casas de acogida, a nadie le permiten echar a un hijo o llevarlo a una casa de acogida. Quizás algunos casos de huérfanos.
Por eso en España no hay casas de acogida, a nadie le permiten echar a un hijo o llevarlo a una casa de acogida. Quizás algunos casos de huérfanos.
Acerca de los problemas de Rusia
Hace días me sorprendió un programa de debate llamado "Dejad que hablen". Mostraban a una señorita que había asesinado a su hijo, le dio a luz y lo mató. Eso pasó en Rusia, en España no hubiera ocurrido. Aquí ocurre porque hay muchas personas desesperadas en muchos lugares, sobre todo en los pueblos y en las ciudades donde no hay trabajo. Pero la culpable no es ella, es algo que no dicen. El culpable es el gobierno.
Si ella tuviera perspectivas, la seguridad de que la ayudarán, que sus hijos no morirán, que vivirán bien, etc, no lo hubiera matado. Pero ella temía, en primer lugar, que la señalaran con el dedo por haber dado a luz sin un marido. En segundo lugar que no tenía dinero para dar de comer al niño y que no lo podrá ganar. Y si pudiera apenas le llegaría para sobrevivir. Aquí nadie se preocupa por ella. Es una tragedia. Eso muestra el rostro de nuestro país. Esta joven ha matado, ha destruido a su hijo pero está en una situación sin salida.
Creo que Rusia sufre por las facturas de la guerra. Si no hubiese inversiones en la guerra todo iría bien en Rusia. Los niños tendrían comida, las madres podrían tener hijos sin temer por su futuro. Mientras que no se construyan casas no para militares sino para los civiles no se vivirá bien aquí. Cuando vine a España vi que mis hermanos, que no tienen estudios a diferencia de mí, vivían diez veces mejor que yo, si no cien.
Creo que Rusia sufre por las facturas de la guerra. Si no hubiese inversiones en la guerra todo iría bien en Rusia. Los niños tendrían comida, las madres podrían tener hijos sin temer por su futuro. Mientras que no se construyan casas no para militares sino para los civiles no se vivirá bien aquí. Cuando vine a España vi que mis hermanos, que no tienen estudios a diferencia de mí, vivían diez veces mejor que yo, si no cien.
Aquí los comunistas estuvieron construyendo durante 80 años y no construyeron nada, nada aparte de lo militar. Que me perdone y que en paz descanse el constructor de los cohetes que murió hace poco, tenía casi 100 años. Decían "fue una persona muy grande". ¿Cómo va a ser grande? No ha dado nada al país. Entiendo que se considere grande al agronomo y científico Vavílov al que los comunistas mataron de hambre en la cárcel. Ayer mostraron el nuevo avión CU que puede volar 4000 kilómetros sin repostar. Si me dijeran que han creado un coche que puede hacer 4000 kilómetros sin repostar aplaudiría a Rusia. ¿Y el avión, quién lo necesita? ¿En caso de guerra?
Tenemos un gran arsenal de bombas atómicas y otras, podremos decirle al mundo entero "no nos toquen y no tocaremos a nadie". Este país está repleto de bombas atómicas, no caben más. Ahora hay que mantenerlas lo cual conlleva mucho dinero con el que se podía haber construido buenas casas en los pueblos para que la gente pudiera vivir, podían haber mecanizado el sistema agrícola.
¿A quién prefieren alimentar, al ejército o a los niños? Claro que sale más a cuenta alimentara a los niños, es el futuro del país. Sin ellos nada quedará aquí.
¿A quién prefieren alimentar, al ejército o a los niños? Claro que sale más a cuenta alimentara a los niños, es el futuro del país. Sin ellos nada quedará aquí.
Yo no voto por Putin y Medvedev porque apoyan a los militares. Lo digo abiertamente. Hay que pensar en las personas, es lo más importante. Comprendo que los comunistas convirtieron este país en un campo de concentración en el que casi toda la clase obrera trabaja en fabricas militares. Si ahora mantenemos los gastos militares habrá un paro terrible. No se puede consentir eso. Hay que comenzar aunque sea poco a poco, pero es necesario hacerlo.
Porque era posible construir el comunismo, ¡era posible! Estoy convencido de ello. Yo era comunista y siempre lo seré. Los pioneros y los niños de octubre, todo estaba listo. Las personas se estaban educando con el espíritu del no egoísmo, de querer lo mejor para la sociedad. Todo eso se construyó pero se derrumbó. Da miedo pensar cuánta gente murió, millones de personas murieron para construir el comunismo.
Cuando vinimos a España y entramos en el supermercado, mi mujer comenzó a llorar. ¡Qué cantidad de comida, qué variedad de quesos, embutidos! Yo le dije "¿por qué lloras? En Rusia también será igual cuando empiece el comunismo". Creíamos en ello, lo creíamos de verdad.
Cuando vinimos a España y entramos en el supermercado, mi mujer comenzó a llorar. ¡Qué cantidad de comida, qué variedad de quesos, embutidos! Yo le dije "¿por qué lloras? En Rusia también será igual cuando empiece el comunismo". Creíamos en ello, lo creíamos de verdad.
Lenin sigue en el mausoleo. ¿Cómo puede estar allí un asesino que mató a miles de personas? Allí había niños, ¿cómo se puede fusilar a niños? Sigue allí, en el mausoleo ese fiambre que hay que sacar de allí. De Stalin ni quiero hablar. Su monumento está al lado del muro del Kremlin. Le escupí la última vez que pasé por allí. Se merecen el uno al otro. Los rusos son anormales en este sentido. En España no verás un monumento a Franco en ningún sitio pero aquí esta Lenin en todas partes con el brazo levantado. ¿A quién señala?
Los rusos aguantan mucho. Aguantaron el feudo, que abolieron apenas en 18 961 pero no con una revolución como en Francia o en España u otros países sino por decreto real. Por eso sufro más por Rusia que los mismos rusos, aunque yo no lo sea. No soy de Rusia pero soy ruso.
Los rusos aguantan mucho. Aguantaron el feudo, que abolieron apenas en 18 961 pero no con una revolución como en Francia o en España u otros países sino por decreto real. Por eso sufro más por Rusia que los mismos rusos, aunque yo no lo sea. No soy de Rusia pero soy ruso.
Entrevistas © Anna Grave
Fotos © Mikhail Platonov