Por suerte nos despertaron por la noche. Un paracaidista alemán aterrizó por la noche en Mashuk, que está muy cerca. Llegaron los militares diciendo "ha aterrizado un paracaidista y vosotros tenéis a los niños durmiendo". Nos despertaron a todos y nos dijeron dos cosas "Estación Projladnaya, 150 kilómetros a pie". Nos quitamos los pijamas, nos vestimos y con lo puesto nos fuimos andando a Piatigorsk. Caminamos toda la noche. Llegamos a Piatigorsk pero allí no nos dejaron pasar porque había que ceder paso al ejercito. Por desgracia se estaban retirando pero yo siempre digo que "cambiaban de posición". Tengo tanto aprecio por nuestro ejército, han hecho tanto por nosotros que no podría decir otra cosa. Ellos no tuvieron la culpa. Estábamos, por tanto, sin poder pasar, pero teníamos un director muy astuto, Kravchenko, era estupendo. Tenía ulcera y no le aceptaron en el frente, se llevaba muy bien con los niños. Finalmente insistió y nos dejaron pasar junto al ejército rojo.