Rosita Nuño Oraa

Nació en Bilbao. Regresó a España en 1956.

Llegué a la URSS cuando tenía 4 años. En 1955 acabé los estudios en el Instituto de Medicina. Soy terapeuta. Al hacer los exámenes de ingreso no teníamos todavía ningún tipo de carácter propio, nos juntábamos y decidíamos donde íbamos a estudiar. Estudiábamos en el pueblo Alekseievskoe, cerca de la exposición agraria. Allí estuvimos dos años, después nos trasladamos a Perovskaya y más tarde a la plaza Zubovskaya. Casi siempre estábamos con otros españoles, nos comunicábamos poco con los rusos. Los rusos con los que estudiábamos tenían miedo de entablar amistad con nosotros. Nos llevábamos bien pero todos teníamos miedo. Cada cual guarda diferentes recuerdos pero esa fue mi experiencia.

Rosita Nuño Oraa

Nació en Bilbao. Regresó a España en 1956.

Llegué a la URSS cuando tenía 4 años. En 1955 acabé los estudios en el Instituto de Medicina. Soy terapeuta. Al hacer los exámenes de ingreso no teníamos todavía ningún tipo de carácter propio, nos juntábamos y decidíamos donde íbamos a estudiar. Estudiábamos en el pueblo Alekseievskoe, cerca de la exposición agraria. Allí estuvimos dos años, después nos trasladamos a Perovskaya y más tarde a la plaza Zubovskaya. Casi siempre estábamos con otros españoles, nos comunicábamos poco con los rusos. Los rusos con los que estudiábamos tenían miedo de entablar amistad con nosotros. Nos llevábamos bien pero todos teníamos miedo. Cada cual guarda diferentes recuerdos pero esa fue mi experiencia.

Siempre hablábamos en español, tanto en la casa de acogida como en el instituto. Estudiamos literatura española y también geografía. En el instituto teníamos un coro español. En Rusia nos educaron para apreciar la música clásica, es algo que me gusta mucho. Comencé a apreciar el trabajo de Shulzhenko y de Maya Kristalinskaya pero ya cuando regresé a España. Pero también aprecio la música española y la argentina, a Lolita Torres, la película "La Edad del Amor".
Se podría decir que tuvimos suerte porque aquí no había trabajo, la vida era distinta. Los médicos españoles ni si quiera nos consideraban como médicos. Cuando volvimos aquí no podían creer que una mujer pudiera ser médico. Casi todos los médicos eran hombres, esa era la realidad.
Lo que tienen en común los rusos y los españoles es la hospitalidad.
Lo que tienen en común los rusos y los españoles es la hospitalidad.
Echamos en falta artistas como Raikin y el grupo de danza folklórica de Moeséiev. Echo de menos los bombones "Mishka", a menudo recuerdo el caviar y el cangrejo, las conservas "Chatka", el nombre viene de "Kamchatka". Y sobre todo los helados que vendían en las tiendas de GUM, cuando regresamos a Rusia en 1987 su sabor ya no era el mismo.
Entrevistas © Anna Grave
Fotos © Mikhail Platonov