Nicolás Gregorio Rodríguez

Nació en Bilbao. Se quedó a vivir en Rusia.


Nací en 1927. Me trajeron aquí cuando apenas tenía diez años. Éramos tres pero mis hermanos murieron y me quedé solo, como lo estoy ahora. Así que yo mismo lo hago todo: lavo la ropa, plancho y cocino. Al menos tengo la suerte de cocinar, muchos no saben. ¿Cómo es posible? Sé cocinar tan bien que en algunos restaurantes de aquí no me igualarían. La vida te hace aprender de todo.

Nicolás Gregorio Rodríguez

Nació en Bilbao. Se quedó a vivir en Rusia.


Nací en 1927. Me trajeron aquí cuando apenas tenía diez años. Éramos tres pero mis hermanos murieron y me quedé solo, como lo estoy ahora. Así que yo mismo lo hago todo: lavo la ropa, plancho y cocino. Al menos tengo la suerte de cocinar, muchos no saben. ¿Cómo es posible? Sé cocinar tan bien que en algunos restaurantes de aquí no me igualarían. La vida te hace aprender de todo.

Acerca de los españoles en Odessa
Partímos del puerto de Santurce de Bilbao. En nuestro barco, el Havana, iban aquellos que se iban a Burdeos y a Leningrado. En Burdeos nos cambiamos de barco, el Sontay, hasta Leningrado. Allí pasamos cerca de una semana. Recuerdo que estábamos jugando y vino corriendo mi hermano pequeño diciéndome "vamos, se acercan unos autobuses". Nos subimos a la caravana de autobuses que nos llevaron a la estación de trenes. Allí cogimos un tren que apenas se detenía, pero cuando paraba siempre nos recibían con orquestas de pioneros con corbatas.
Pasados unos días llegamos a un lugar llamado Jolódnaya Balka, a las orillas del Mar Negro en la región de Odessa. Allí estuvimos tres meses. Todos los niños españoles del tren formábamos parte de la casa de acogida de Kirov número 3. Nos bañábamos y la playa estaba llena de lodo de color negro, recuerdo que nos hacía mucha gracia. Dicen que son arcillas muy saludables. Luego nos mandaron a la ciudad de Odessa. Nuestra casa de acogida se llamaba "Casa de acogida de niños españoles número 3 de Kirov", cuyo retrato estaba colgado en la pared. Luego supimos que cerca de nosotros había otra casa de acogida de niños españoles número dos de Semashko.
Empezamos a relacionarnos con los rusos ya en el año 1937, cuando llegamos a Odessa. Allí vivíamos en un sanatorio. Había una valla y venían niños a vernos jugar. Yo conocí a un chico que se llamaba Iván. Como yo no hablaba en ruso y él no hablaba en español nos hacíamos entender por gestos. No sé qué ocurrió con esos chicos después, cuando comenzó la guerra. En 1941 nos trasladaron por mar ya que por tierra era arriesgado. Los aviones alemanes nos bombardeaban durante el trayecto. Eran los mismos aviones que bombardearon Bilbao durante la Guerra Civil.
Odessa es mi ciudad favorita porque viví allí mis primeros cuatro años. Es una ciudad muy hermosa y además fue fundada por un español: José de Ribas. También el ingeniero y general mayor español Agustín de Betancourt estuvo trabajando aquí. El Manezh de Moscú fue un proyecto suyo, aunque la mayor parte de sus trabajos se encuentran en San Petersburgo, ya que era la capital en esa época. Así que otros españoles estuvieron aquí antes que nosotros.
Odessa es mi ciudad favorita porque viví allí mis primeros cuatro años. Es una ciudad muy hermosa y además fue fundada por un español: José de Ribas. También el ingeniero y general mayor español Agustín de Betancourt estuvo trabajando aquí. El Manezh de Moscú fue un proyecto suyo, aunque la mayor parte de sus trabajos se encuentran en San Petersburgo, ya que era la capital en esa época. Así que otros españoles estuvieron aquí antes que nosotros.
De Ribas estaba al mando de la infantería de marina con Suvórov. Cuando este decidió tomar la fortaleza de Ismail lo tomaron por loco pero De Ribas le dio la razón. Tenía que atacar por mar y tomó la fortaleza. Más tarde Suvórov lo apoyó al solicitar a Catalina II la construcción de un fuerte en el Mar Negro. Catalina accedió y más tarde la ciudad pasó a ser Odessa. Su calle principal se llama precisamente así: Deribasovskaya. ¡Vaya con los españoles! En Odessa han nacido muchos personajes y artistas ilustres: Utiósov, Arkady Raikin, Zhvanetsky, Roman Kartsev, o el mariscal de la Unión Soviética Malinovski.
Teníamos un cocinero español en el barco, se llamaba Sebastián. El barco se quedó aquí en Rusia, en Odessa. Nos quitábamos las camisetas, sacábamos las fundas de las almohadas, las llenábamos de agua y pescábamos con ellas pequeñas gambas para el cocinero y él las cocinaba. ¡Qué deliciosas estaban! Aunque de todas formas la comida que nos daban era estupenda. Nos daban aceite de pescado y ¡caviar! Cada día nos servían papilla de sémola. A día de hoy sigue siendo mi papilla favorita y la probé aquí en Odessa. He de decir que amo esta ciudad.
Sobre la guerra y los años de la posguerra
Cuando nos trasladaron a la URSS, España estaba en guerra civil. Hitler y Mussolini ayudaban a Franco. A nosotros solo nos ayudaba la URSS, aunque también existían las brigadas internacionales. Hubo un millón de muertos y en España había en aquel momento 25 millones de personas. Había escasez de comida. Por eso cuando vinimos a la URSS parecía que habíamos llegado al paraíso. Y ese paraíso duró hasta 1941, cuando el paraíso terminó y comenzó la guerra, empezó el sufrimiento. Todo lo que había era necesario para el frente, para la victoria. A nosotros nos educaron con espíritu patriótico, por eso no queríamos ir a clase, queríamos trabajar. Preparábamos leña, la cortábamos en una isla del río Volga y cuando el río se congelaba llevábamos a cuestas troncos de dos metros.
En 1941 el director de nuestra casa de acogida se alistó en el ejército así que nos quedamos sin director. Y el director de aquella segunda casa de acogida se convirtió en el de las dos casas. Nos trasladaron al Cáucaso del Norte: Armavír, Tijoretsk, Krasnodar. Y luego desde allí, a través de Stalingrado llegamos a Sarátov los 263 alumnos de la casa de acogida número 3 de Kirov y el número 2 de Semashko. Allí ya había nieve y unas heladas muy fuertes, nosotros apenas llevábamos abrigo, casi no teníamos ropa. Llegamos a Saratov el 27 de diciembre de 1941. Saratov era una ciudad de 400 000 habitantes pero incrementó en un millón por los evacuados. Nos dieron la mitad del colegio número 16, donde entramos a vivir. Aquellos que eran mayores comenzaron a estudiar en la Escuela Industrial.
Ya en 1942 nos mandaron cerca de Saratov, allí nos repusimos un poco. Más tarde nos mandaron de Saratov a la región de alemanes de Povolzhye. Aquellos alemanes tenían grandes riquezas y vivían cómodamente ya que vinieron en la época de Catalina II. Era una región entera cuyo centro era ciudad de Engels. Allí permanecimos hasta 1945.
Ya en 1942 nos mandaron cerca de Saratov, allí nos repusimos un poco. Más tarde nos mandaron de Saratov a la región de alemanes de Povolzhye. Aquellos alemanes tenían grandes riquezas y vivían cómodamente ya que vinieron en la época de Catalina II. Era una región entera cuyo centro era ciudad de Engels. Allí permanecimos hasta 1945.
Cuando terminó la guerra, llegamos al puerto de Moscú por Saratov, en el barco de vapor con el nombre de Lomonosov por el río Volga, como si se tratase de una excursión. Permanecimos en la ciudad de Ulyanovsk casi un día entero, vimos la casa dónde nació Ulianov Vladimir Ilich y también vimos la ciudad. Después de todo llegamos aquí. Nos dieron cobijo cerca de Moscú en Najábino, a 3 km de la estación. Solo quedábamos algunos de la casa de acogida, algunos comenzaron a estudiar oficios, otros entraron en la universidad.
Allí, en Najábino salí de la casa de acogida en 1947, acabé el séptimo curso e ingrese en la escuela de oficios número 4 de la ciudad de Krasnogorsk, en la estación de Pávshino. Estudié 2 años en la escuela. Más tarde, debido a que había terminado siete cursos y me consideraban una persona con estudios, siguiendo el consejo de personas adultas ingresé en el Instituto Industrial de Moscú, situado en la tercera calle Miusskaya. Estudié un año ahí pero más tarde, en 1949, el instituto fue convertido en la ciudad de Liublino. En 1960 construyera una carretera circular y todas estas ciudades cómo Liublino, Kuntsevo, se convirtieron en parte de Moscú. Comencé a trabajar de maquinista. Más tarde acabé el instituto, me convertí en maestro y en jefe.
Tras la recuperación del sector agrícola comenzamos a trabajar. Dábamos un mes de nuestro sueldo prestado al Estado, a cambio nos daban algunos bonos que más tarde pagó Brezhnev. Hay que decir que aquello no era fácil, el país estaba en ruinas.
Después comenzó la edad del amor, los clubs y los bailes. Entonces la educación era muy distinta, los jóvenes no eran como hoy. Entonces éramos muy sencillos, todos como hermanos. Era más divertido. O puede que sencillamente fuéramos más jóvenes.
Después comenzó la edad del amor, los clubs y los bailes. Entonces la educación era muy distinta, los jóvenes no eran como hoy. Entonces éramos muy sencillos, todos como hermanos. Era más divertido. O puede que sencillamente fuéramos más jóvenes.
Entre nosotros, los jóvenes, había algunos muy sobresalientes. Por ejemplo, aquí en Moscú en los años de la Guerra Patria se organizó un escuadrón bajo el mando del coronel Medvedev. En este escuadrón estaba Nikolai Ivanovich Kuznetsov, espía y héroe de la URSS. En este escuadrón había 76 personas, entre ellas 18 españoles, antiguos republicanos. Los abandonaron cerca de Rivne. Tuve la suerte de conocer a Dimitri Nikolayevich Medvedev en 1948 cuando comencé a estudiar en el Instituto Industrial de Moscú. Nos estuvo impartiendo una lección y fue entonces cuando editaron su primer libro llamado "Aquello ocurrió cerca de Rivne", en el que escribe sobre los españoles. Más tarde editó otro libro, "Fuertes de espíritu". Ahí ya no menciona a los españoles, la situación era delicada. El alcalde de Moscú Yuri Luzhkov nos dio un trozo de tierra en el monte Poklonnaya, dónde construimos una capilla a los españoles voluntarios que lucharon junto al Ejército Rojo y murieron en la lucha contra el fascismo entre 1941 y 1945.
Acerca del trabajo en Cuba, el encuentro con Fidel y Raúl Castro y Che Guevara
En 1959 en Cuba vencieron los revolucionarios. El Ministerio de Defensa me mandó a trabajar allí. Por aquel entonces yo todavía no era ciudadano de la Unión Soviética y no tenía pasaporte, pero el Ministerio de Defensa me concedió un visado. Yo trabajaba de traductor. Al comienzo estuve medio año en la base militar marina Poti en el Mar Negro junto a los cubanos y después me llamaron con una petición. Pasé la comisión militar en el Ministerio de Defensa al que llamaban el Pentágono soviético. Accedí, después de lo que nos marchamos a Cuba mi mujer mi hija y yo. Estuve allí 2 años y 4 meses.
¡Cuánto ron bebí! Y cubas libres, qué son ron con Pepsi. Una botella de ron costaba un peso con 20 centavos y en la farmacia una botella igual con alcohol puro por 90 kopeks. Pero ahí no lo toman, lo utilizan para desinfectar. Nos pagaban bien, pero a muchos les pagaban menos e intentaban ahorrar, se iban a la farmacia y compraban alcohol. En las farmacias ponía letreros: no vender alcohol a los rusos. Los cubanos alucinaban "¿Cómo es que los rusos beben alcohol puro?" Yo les decía "Sí, vasos enteros". Ellos me decían "¡Dios mío, nosotros moriríamos si hiciéramos eso!" Pero nosotros no, no nos moriamos. Si te pillaban te mandaban de vuelta a la Unión Soviética directamente, pero aún así había casos.
Les mostraré una foto en la que aparezco en un tanque con Fidel y su hermano Raúl. Raúl Castro era el Ministro de Defensa y yo quedaba con él a menudo ya que me mandaron ahí a través del Ministerio de Defensa. Así que pude estar en la tribuna durante los desfiles en La Habana y también en la plaza. Ahí estaban Fidel, el Che Guevara y otros jefes la Revolución Cubana. Por desgracia no tengo fotos junto al Che Guevara, pero estuve conversando con él igual que ahora con vosotros. Él tenía asma pero siempre fumaba puros, aunque fuera médico de especialidad. Nosotros lo llamábamos Che. Cuando me fui allí no pensaba que estaría con Fidel y con Che Guevara en reuniones tan importantes. También vinieron a Cuba los astronautas Komarov, Tereshkova, con los que también estuve trabajando.
Un día llegó un jefe nuevo y hubo que hacer una inspección. Fui de La Habana a Santiago de Cuba, que son 1200 km en la otra punta de la isla. Fuimos con Raúl en un avión militar y nos alojaron en el hotel Bacardi. No podía imaginar que la gente pudiera vivir así, ¡qué lujo!
Un día llegó un jefe nuevo y hubo que hacer una inspección. Fui de La Habana a Santiago de Cuba, que son 1200 km en la otra punta de la isla. Fuimos con Raúl en un avión militar y nos alojaron en el hotel Bacardi. No podía imaginar que la gente pudiera vivir así, ¡qué lujo!
Nosotros habíamos venido de la Unión Soviética y yo consideraba que vivía bien en una habitación de 16 metros cuadrados en una casa de piedra, pero mucha gente vivía en barracones. Y en La Habana tenía 92 metros, una habitación individual con ducha para los sirvientes que yo no utilizaba porque no tenía servicio. Eso era en La Habana y en Santiago de Cuba era ya demasiado, incluso era incómodo estar entre tanto lujo.
Recuerdo que una vez fuimos en coche con nuestro coronel a ver a Fidel Castro y nos llevaba un chofer. El coronel preguntó "Nicolás, ¿cómo vamos a llamar a Fidel? Por poner un ejemplo, nuestro superior es Nikita Serguéievich pero, ¿cómo llamamos a Fidel?". "Compañero Fidel" dije yo. No podemos decir "camarada " porque eso lo decían con Batista. El coronel se sorprendió. "Pero, ¿cómo voy a llamarle así? ¡Es como decir "camarada Nikita", o "Secretario general compañero Nikita"! No podía creer que podías llamar a Fidel simplemente como compañero Fidel. ¿Cómo que no utilizábamos el patronímico? ¿Es que no tienes padre? ¿Cómo no vas a tener patronímico si tienes padre? Nosotros tenemos dos apellidos, uno paterno y otro materno, así que es, sencillamente Nicolás.
Acerca de la obtención de la nacionalidad rusa
Cuando después de 2 años y medio volví de Cuba me dirigí a la calle Kolpachnyi, al registro central con mi pasaporte y un permiso del Ministerio de Defensa acerca de mi estancia en el extranjero de tal a tal fecha. Quería registrarme pero me dijeron "ahora tenemos que arrestarle" hasta que les dije "primero leed el permiso".
Antes de marcharme hice una petición al Soviet Supremo de la URSS para que me concedieran la nacionalidad rusa. Al marcharme lo olvidé. El funcionario del registro vino y me dijo: en 1962 el Soviet Supremo de la URSS te concedió la nacionalidad de la Unión Soviética. Ven mañana con una foto y te daremos el pasaporte soviético. Al día siguiente fui sin hacer cola y me dieron un nuevo pasaporte de color verde.
Fijaos qué envidia, soy ciudadano de la Unión Soviética desde aquel día.
Fijaos qué envidia, soy ciudadano de la Unión Soviética desde aquel día.
Ahora tengo 3 pasaportes: uno ruso, otro español y otro internacional. Así soy yo. Ni una vez en la vida me ha parado la policía para pedirme la documentación y nunca llevo el pasaporte conmigo, jamás. ¿Quizás sea por mi cara? Antes trabajaba en la fábrica MPS. En el Mar Negro tenemos un sanatorio para los ingenieros técnicos y unos campamentos para los niños. Por ser trabajadores descansábamos gratis allí. Una habitación individual en el lago Ritsa, el mejor tren de Moscú a Adler y la ropa de cama por solo un rublo, así era antes. El resto era gratis. Entonces llevaba mi pasaporte sin nacionalidad pero por lo demás nunca lo llevo. Solo ahora para ir a España cada año, que ahí sí que me lo piden, y porque España me lo paga.
Sobre el primer viaje a España
Ha pasado el tiempo y decidimos ir a España. En 1968 cambié mi dinero con el curso 62 kopek por $ 1. Así era entonces, el rublo era más caro que el dólar. Y solo podíamos llevar una cantidad determinada. Te ponía un sello en un documento que te permitía adquirir aquellos tristes dólares e ir a España.
Desde 1937, por 31 años no había visto a mi madre. Paseaba con ella por Bilbao y al pasar por delante de una iglesia ella me dijo: en esta iglesia fue donde te bauticé. Yo le pregunté: ¿acaso fui bautizado? Sí, me dijo, vamos a entrar. Ahí tenían un documento de que me habían bautizado.
En Bilbao entramos en una tienda llena de gabardinas, que estaban muy de moda en Rusia en aquella época. Allí hace 20 años que pasaron de moda. Entonces compré unas 10 gabardinas muy baratas y volví aquí, a Rusia.
En Bilbao entramos en una tienda llena de gabardinas, que estaban muy de moda en Rusia en aquella época. Allí hace 20 años que pasaron de moda. Entonces compré unas 10 gabardinas muy baratas y volví aquí, a Rusia.
Antes existían unas tiendas llamadas "tiendas de comisión", les dije que había comprado 10 gabardinas y me las cogieron enseguida. Pregunté cuándo tenía que venir a buscar el dinero y me dijeron que en una hora, que se venderían al momento. Había una fila, aquí siguen mucho la moda. 50 rublos por cada gabardina eran 500 rublos. Era como un billete de Moscú a París y a España ida y vuelta para mí y para mi mujer.
Hubo un momento en mi vida cuando quería volver a España pero después me casé y nació mi hija. Los padres de mi mujer vivieron aquí, a mí no me queda nadie en España: mis padres murieron, mis hermanos también. En enero hará 4 años que murió mi mujer. Estuvo en España conmigo, también en Cuba, hablaba en español. Mi hija se casó y se fue a la República Dominicana, ahora vive en Santo Domingo y enseña inglés. Sabe hablar en español, ruso y en inglés. Me llama cada semana.
Acerca de la lengua española y la conservación de las tradiciones españolas en Rusia
En España tenemos dos apellidos. Supongamos que eres mi mujer. Mi apellido es Gregorio y el tuyo Ivanova. Aunque te casaras 20 veces seguirías siendo Ivanova y nuestro hijo tendría dos apellidos, uno tuyo y uno mío. Si no cómo van a comprobar que eres hija de tu madre, si coges el apellido de tu marido y punto. Pero en Rusia cada vez que te casas cambias de apellido. Cuántos pasaportes y cuántas personas… Hay que pagar por cambiar de pasaporte cada vez. Pero en la lengua rusa no se puede hacer de otra forma.
Aquí en el Centro Español los viernes son los día de los hombres. Los llamamos " viernes santos". Hay periódicos, cartas. Los martes se reúnen las mujeres, pero ahora apenas se reúnen porque le resulta complicado. Nosotros, los hombres, sí que venimos. Cada viernes jugamos a las cartas y tomamos algo. Algunos más, otros menos, eso es cosa de cada uno. Luis (el director del coro en el Centro Español) y yo éramos del mismo grupo que nuestro director musical en la casa de acogida, de la misma habitación en la que había cuatro camas. Aquello fue en 1937. Quedan pocos compañeros de Odessa entre nosotros. Luis es muy bueno, lo aprecio mucho, apoya nuestra cultura, nuestras canciones, las que llevamos dentro. Es necesario, alguien tiene que hacerlo.
A nosotros los españoles nos llega al corazón. Hay canciones que para entenderlas tienes que saber español.
A nosotros los españoles nos llega al corazón. Hay canciones que para entenderlas tienes que saber español.
Lo mismo pasa con Tolstói, es conocido en el mundo entero. Pero había un griego que dijo: ¿quién es este Tolstói?, no lo entiendo. Eso es porque lo leía traducido y en la traducción siempre se pierde algo. Pero encontró tiempo, aprendió ruso y se leyó en ruso "Guerra y paz". Yo me leí el Quijote de Cervantes español y también a ruso. Y hay una diferencia porque algunas palabras no tienen traducción. Para eso tienes que aprender el español.
Mi pensión es de 14 000. Tengo invalidez de segundo grado aunque puedo bailar. Casi todos los españoles sabemos cocinar. Voy al supermercado, hay mucha variedad de productos. Por supuesto que elijo lo mejor sin mirar el precio. Mi mujer incluso llevaba una agenda en la que apuntaba dónde compraba qué cosas y cuánto valían. Pero yo voy directamente a la caja y pago lo que me dicen. Porque si algo me gusta no miro el precio, escojo lo mejor de lo mejor.
Tuvimos buenos tiempos y también malos tiempos, y ahora de viejos gracias a España y en parte a la pensión vivimos mejor que aquellos que tienen aquí la misma pensión que yo.
Tuvimos buenos tiempos y también malos tiempos, y ahora de viejos gracias a España y en parte a la pensión vivimos mejor que aquellos que tienen aquí la misma pensión que yo.
Entrevistas © Anna Grave
Fotos © Mikhail Platonov