Araceli Ruiz Toribios

Nació en Gijón. Regresó a España en 1980.


Mis tres hermanas y yo nos fuimos de Gijón a la URSS. Mi hermana mayor nos cuidaba. Y las cuatro regresamos a España, la mayor y la pequeña en 1956 y la mediana y yo trabajábamos en Cuba, por eso volvimos más tarde. La vida a veces te lleva a lugares sorprendentes, nunca pensé que iría a la Unión Soviética. Me fui de España cuando tenía 12 años y volví de Rusia con 57. No quería regresar hasta que me hubiera jubilado porque había trabajado tantos años, he viajado por toda la URSS, llegué hasta Samarcanda, y eso que comencé trabajando de soldadora. En la casa de acogida estábamos bien pero una vez que nos fuimos de allí se acabo todo. La vida te da lecciones. Todas las penurias por las que pasas, las dificultades te hacen más fuerte, como el acero, como escribió Ostrovski. Ahora todo es maravilloso.

Araceli Ruiz Toribios

Nació en Gijón. Regresó a España en 1980.


Mis tres hermanas y yo nos fuimos de Gijón a la URSS. Mi hermana mayor nos cuidaba. Y las cuatro regresamos a España, la mayor y la pequeña en 1956 y la mediana y yo trabajábamos en Cuba, por eso volvimos más tarde. La vida a veces te lleva a lugares sorprendentes, nunca pensé que iría a la Unión Soviética. Me fui de España cuando tenía 12 años y volví de Rusia con 57. No quería regresar hasta que me hubiera jubilado porque había trabajado tantos años, he viajado por toda la URSS, llegué hasta Samarcanda, y eso que comencé trabajando de soldadora. En la casa de acogida estábamos bien pero una vez que nos fuimos de allí se acabo todo. La vida te da lecciones. Todas las penurias por las que pasas, las dificultades te hacen más fuerte, como el acero, como escribió Ostrovski. Ahora todo es maravilloso.

Acerca de la guerra en España y en la URSS
En España había bombardeos y hambrunas. En la playa de San Lorenzo en Gijón siempre había un barco de guerra que me daba más miedo que los aviones. Lanzaba proyectiles horizontales hacia las casas día y noche. Y en septiembre, cuando íbamos a irnos, ellos lo sabían y no nos dejaban salir del puerto. Nos subieron a un buque de carga que tenía que llevarnos a Burdeos, pero cambiaron de rumbo para confundir al barco. Decían que había submarinos soviéticos cerca y al parecer en el barco se enteraron y por miedo nos dejaron marchar. Tardamos dos días en llegar a Paris. Sin comida ni agua, nada. Éramos 1100 niños.
Cuando comenzó la Gran Guerra Patria (2ª Guerra Mundial) yo estaba en Odessa. Comenzaron a bombardear el puerto, otra evacuación. Cruzamos el mar Negro para llegar a Jersón, después a Zaporozhye y a Sarátov. Allí trabajábamos en una fábrica militar. Yo trabajé de soldadora, luego de tornera y después de mecánica. Era el año 1941 /1942. Hacía tanto frío que decían que los españoles no íbamos a sobrevivir. Hacía hasta -50 grados y yo no tenía abrigo de invierno.
Nos llevaron a Tbilisi, donde de nuevo me puse a trabajar en una fábrica militar. Mi hermana mayor se quedó en los sitios de Leningrado. Cuando abrieron "el camino de la vida" a través del lago Ladoga supe que ella estaba en algún lado cerca de Kubán. Yo trabajaba haciendo tres turnos en la fábrica. En agosto de 1943 me dijeron que habían llegado pasajeros de Leningrado a la estación y fui a buscar a mi hermana. Le dije "voy a escapar contigo a donde sea" y así lo hice.
Me escribieron declarándome desertora, en tiempos de guerra me fui sin más de una fábrica militar. Pero pronto cerraron el caso.
Me escribieron declarándome desertora, en tiempos de guerra me fui sin más de una fábrica militar. Pero pronto cerraron el caso.
Viajamos de Tbilisi a Bakú y de allí a Krasnovodsk por el mar Caspio, luego en tren hasta Samarcanda. En Samarcanda comencé a estudiar en un instituto de medicina pero había tal hambruna que me apunté en una cooperativa a recoger algodón. Recuerdo que por normativa debíamos recoger 45 kilos de algodón pero no de la primera cosecha sino de la segunda, es decir, que el algodón era más bajo y menos esponjoso. Y había que recoger 45 kilos o no te daban carne sino solo caldo. Entonces comencé a pensar qué hacer. Llenaba el saco con 2 ó 3 litros de agua y así ganaba 3 kilos. Aquello era un sabotaje. Estuve allí hasta el 14 de diciembre de 1945. Cuando acabó la guerra todos los españoles comenzaron a reunirse en Moscú.
Sobre la dictadura y el periodo estalinista
Los tiempos de Stalin fueron duros. Fue una fuerte dictadura. Me dieron un apartamento en la calle de Lenin número 70/11 en lo que llamaban la "casa de los isótopos". Ese edificio se comenzó a usar justo en 1956 cuando alojaron allí a las mujeres de los partidistas detenidos a los que fusilaron en Siberia y las mismas que pasaron 20 años encarceladas y que fueron rehabilitadas tras el XX Congreso con Jrushchov. Entre ellas estaba Marina Sotina, que trabajó con Lenin y estuvo 25 años en campos de concentración, también la mujer de Tujachevski. O Vul, la mujer del jefe del departamento de investigación criminal de la ciudad y provincia de Moscú, al que fusilaron mientras gritaba "¡Viva Stalin!", según contaba su esposa.
Nadie sabía lo que Stalin hacía. Eran años terribles, la gente tenía miedo de hablar, no sabíamos con quién podíamos contar. Había delatores por todas partes. Más aún siendo nosotros españoles. Al principio no teníamos nacionalidad soviética, teníamos unos pasaportes de color gris sin nacionalidad. Los llamábamos "el pasaporte del espía". Con estos pasaportes no podíamos salir fuera de Moscú. Para salir debíamos pedir permiso en el registro, como si estuviéramos en la cárcel.
Y todo empezaba a encajar pero no llagabas a entenderlo. Llegué a comprenderlo después de la muerte de Stalin. Fui al entierro, por toda la calle de Gorki había una procesión y policía a caballo. Llegué hasta el telégrafo central donde me dijeron "muchacha, vete de aquí, no llegarás al final". Las personas creían hasta tal punto en él que parecía que Stalin fuese un dios para ellos.
Siempre he dicho que todos los dictadores son malos, no importa si son de derechas, de izquierdas o del centro. Lo mismo que la ideología del franquismo o Pinochet en Chile. Lloré más cuando murió Stalin que cuando murió mi padre. Pensaba que todo se derrumbaría.
Siempre he dicho que todos los dictadores son malos, no importa si son de derechas, de izquierdas o del centro. Lo mismo que la ideología del franquismo o Pinochet en Chile. Lloré más cuando murió Stalin que cuando murió mi padre. Pensaba que todo se derrumbaría.
Había terminado de estudiar en el instituto de transportes y estaba trabajando. Mi puesto estaba en el centro, en las calles Krasin, Mojovaya, la Plaza Roja, la Plaza Manezh y la calle Gorki. Cuando se hacían desfiles y los tanques pasaban por la Plaza Roja al ser máquinas pesadas hacían agujeros en el pavimento que nosotros debíamos tapar en seguida para que todo quedara liso y Stalin no los viera.
Tolero muy mal el invierno, el frío me da pavor. Cuando salía a trabajar el policía y el guardia ya me conocían y me dejaban calentarme en el mausoleo. Entraba en calor y salía de nuevo. En cuanto me enteré de que habían sacado el cuerpo de Stalin del mausoleo me dio mucha pena, lo quería más que a mi padre. Cuando supe todo aquello tras el XX Congreso sentí un vacío inmenso. Me dio mucha pena la gente, todas aquellas mujeres que pasaron 20 años en campos de concentración. ¿Qué culpa habían tenido ellas?
Sobre Cuba y Ramón Mercader
Después del instituto trabajé tres años en caminos y entré en la facultad de Transporte y Económicas. Terminé en 1957 y trabajé en la Dirección Ferroviaria del distrito. Y de pronto comenzó la revolución de Cuba. Nos llamaron de la 10ª Jefatura del Ministerio de Defensa y nos dijeron "os pedimos vuestra ayuda, el ejército está allí pero no hablan en español". Así que nos fuimos los tres, mi marido mi hija y yo, y una vez en la Habana tuve a mi segunda hija. En Cuba trabajé de traductora militar durante 6 años, desde 1961 hasta 1967.
Conocí personalmente a Ramón Mercader. En 1940 mató a Trotski y estuvo en la cárcel de México durante 20 años. Cuando salió se fue a Francia, pero ¿a dónde? No tenía casa ni dinero. Entonces lo acogieron en la URSS, le dieron un apartamento. Su hermano menor era ingeniero. Resulta que su padre tenía una gran fábrica pero su mujer era anarquista. En 1932 o 1933 fue reclutada por los soviéticos y separó a toda la familia. Era una fanática.
Mercader era muy callado, a pesar de ser enorme, medía 1.90 m. Era un catalán muy guapo, con pelo rizado. Pero cuando me enteré de que era un asesino me dije "puede que sea guapo pero sigue siendo un asesino". No importa a quién ha matado.
Mercader era muy callado, a pesar de ser enorme, medía 1.90 m. Era un catalán muy guapo, con pelo rizado. Pero cuando me enteré de que era un asesino me dije "puede que sea guapo pero sigue siendo un asesino". No importa a quién ha matado.
Estuve con él en Moscú en el Centro Español cuando él quería ir a Cuba. Luego lo visité en Cuba y más tarde cuando volvió a Moscú. Él tenía miedo de quedarse en Moscú porque sabía demasiado. Se enfermó y lo ingresaron en el hospital del Kremlin. Cuando se repuso dijo que quería volver a Cuba, tanto por el clima como por el idioma. Le hicieron una despedida y le regalaron un reloj. Llegó a Cuba y murió allí. Su hermano Luís escribió en sus memorias que pensaba que ese reloj tenía radiación. De la misma forma mataron a un periodista soviético en Inglaterra. Claro que Ramón no podía seguir con vida, sabía demasiado: quién lo había enviado y para qué.
Sobre el regreso a España
Cuando volví de Cuba estuve trabajando durante 12 años en el comité de la redacción de radio para Transmisión de Programas para América Latina y España. En 1980 me jubilé y volví a España. Mi marido murió en octubre de 1975. Decía "no puedo creer que no vaya a ver la muerte de Franco". No pudo, murió antes que Franco. Me quedé viuda, mi hija menor tenía 11 años y la mayor ya estaba casada. A la mayor no le permitían viajar a España, su marido estaba en el ejército soviético, por lo que tenía de 3 a 5 años de cuarentena. Me preguntaba qué debía hacer, ¿irme?, ¿quedarme?, ¿volver con mi hija pequeña?, ¿dejar a mi hija mayor? Pensé que mi destino se volvía a repetir.
Fui al Ministerio de Defensa a averiguar por qué al marido de mi hija le daban una cuarentena tan grande, de 5 años. Solo había sido conductor, nada secreto. "Es lo que corresponde". Mi hija me dijo "mamá, regresa a España y lucharemos, tu desde allí, yo desde aquí, en dos frentes". Así hicimos. Volví aquí y escribí a todo el mundo, incluso al Rey. Y él me respondió "pensaremos en cómo ayudarle". Cuando el ministro de asuntos externos Fernando Morán viajó a la URSS le escribí y me respondió "no te preocupes, tengo una lista con 9 nombres de Niños de la Guerra a los que no les dejan salir de la Unión Soviética, me ocuparé de esa cuestión". Y la resolución fue positiva.
Fue complicado abrirme camino aquí ya que no me reconocían el diploma. Traté de ocupar algunos puestos pero notaba el peso de los años. Tenía 55 años y los jóvenes tenían ventaja, entonces comprendí que no debía luchar por mi trabajo sino que debía vivir de la mejor manera posible. Comencé a hacer de todo: limpiaba apartamentos, trabajaba en una tienda, tejía jerseys. Dejaba a mi hija con mi madre, que todavía vivía y trabajé día y noche.
Fue complicado abrirme camino aquí ya que no me reconocían el diploma. Traté de ocupar algunos puestos pero notaba el peso de los años. Tenía 55 años y los jóvenes tenían ventaja, entonces comprendí que no debía luchar por mi trabajo sino que debía vivir de la mejor manera posible. Comencé a hacer de todo: limpiaba apartamentos, trabajaba en una tienda, tejía jerseys. Dejaba a mi hija con mi madre, que todavía vivía y trabajé día y noche.
Este apartamento lo tengo gracias a las buenas personas que me ayudaron. En realidad son asturianos pero también fueron emigrantes en América y volvieron con mucho dinero. Tenían varios hoteles en España y México y estuve trabajando para ellos durante 5 años. Solo tenía 2 ó 3 horas libres los sábados. En primer lugar sabían que yo tenía estudios. A veces venían con un periódico y decían "Doña, díganos, no entendemos este de la Comunidad Europea, el mercado común, explíquenos". Ellos habían acabado el colegio y su padre era minero.
Yo no sabía nada de la cocina española, cocinaba platos rusos: pelmenis, tortitas, crepes y sopa de remolacha. Ponía yogur y mermelada de fresa entre dos tortitas y ellos decían "¡Qué bueno, haznos más tortitas rusas!".
Yo no sabía nada de la cocina española, cocinaba platos rusos: pelmenis, tortitas, crepes y sopa de remolacha. Ponía yogur y mermelada de fresa entre dos tortitas y ellos decían "¡Qué bueno, haznos más tortitas rusas!".
Recuerdo que para navidades me trajeron angulas, un manjar y les dije "¿qué hago con esto? ". Ellos contestaron "¿cómo que qué haces, pero si cocinas de maravilla". "Pero yo nunca he visto esto antes" dije. "Tranquila", contestaron " te traeremos a un cocinero del hotel y te enseñará". Vino el cocinero y me explicó. Eran como gusanos blancos y terriblemente caros que solo servían en hoteles. "No me digas que nunca las habías probado" me dijo. "Nunca" dije, "en Moscú no hay mar". "Voy a trabajar" les dije, " me compraré un libro de cocina española y aprenderé a cocinar con él". "No, no" me contestaron "sigue cocinando platos rusos, nos gustan mucho".
Cuando vino mi hija mayor con su marido y los dos niños casi me echo a llorar. Yo no tenía apartamento. Mi hija pequeña dormía con mi madre en la cocina. ¿Qué iba a hacer? Una vez mis jefes me vieron llorando. "¿No te alegras de que venga tu hija?" me preguntaron. Les expliqué mi situación. Entonces me preguntaron si tenía ahorros. Tenía cerca de un millón y medio de pesetas. Elije el piso que prefieras y haz la primera paga.
Encontramos un piso, fuimos a verlo y mi hija dijo "mamá que soleado y cálido, quedémonoslo! ". El piso costaba 4,8 millones de pesetas y mi sueldo era de 65 000. Les dije a mis jefes que no me lo podía permitir porque el pago del primer año eran más de 100 000. Ellos me prometieron pagar las primeras cuotas y luego ir descontándomelo del sueldo. Pasaron seis o siete meses y ellos me dijeron " olvídalo, está todo pagado". Sencillamente me regalaron un millón y medio, no puedo olvidar eso. Estas personas también fueron trabajadoras y se pusieron en mi lugar. Hace un mes murió su hijo mayor, de los tres que eran. Fui al entierro y me dijeron "Araceli, no te has olvidado de nosotros". "Cómo voy a olvidaros, cuando me habéis ayudado más que a una madre".
Por eso digo que las buenas personas están en todas partes. Puede de que se trate de mi personalidad, soy una persona muy abierta. Pero siempre me encuentro a buenas personas. Hay más buenas personas que malas.
Por eso digo que las buenas personas están en todas partes. Puede de que se trate de mi personalidad, soy una persona muy abierta. Pero siempre me encuentro a buenas personas. Hay más buenas personas que malas.
Sobre la educación y el agradecimiento a la URSS
He hecho cursos de manualidades aquí y en mi grupo había españoles muy poco hábiles. La directora era una monja y me decía "Araceli, sé que eres atea pero me sorprenden tus habilidades". Siempre me decía "Araceli, voy contigo porque con ellos no tengo de qué hablar". Claro que eso también es porque hablo mucho. Ella se reía. Pero en España había personas que firmaban con el dedo y todavía hay gente analfabeta. Posiblemente me hubiera ocurrido lo mismo si me hubiese quedado aquí en aquellas condiciones. Mi padre era un trabajador ferroviario, de lo más sencillo, nosotros éramos 6 hermanos y son mis padres éramos 8 personas. ¿Cuándo íbamos a estudiar? Estudiamos solo 3 ó 4 años pero había personas que nunca fueron al colegio.
Lo cierto es que la Unión Soviética nos aportó mucho: educación y cultura. Había una educación estupenda. Vinimos en 1937 y como no entendíamos ni una palabra decidieron traducirnos al español todos los libros de texto. Recuerdo una antología de los escritores clásicos españoles. Era maravillosa. Cuando volví estuve buscándola por toda España y no la encontré. Estaban tan volcados en la educación de la población que traducían a clásicos españoles estupendos como Lope de Vega, Cervantes o Galdós. Allí supe que Blasco Ibáñez (que era valenciano y acabó el seminario) escribió un libro que estuvo prohibido en la época de Franco durante 40 años, "La Araña Negra". La estuve buscando por toda España. Era un libro que aquí era de lectura obligatoria. Escribió que la iglesia penetra como una araña, en todo aquello donde hay dinero. Por eso el libro fue prohibido. Ahora está disponible.
Eso lo supe allí, en la URSS. Aquí no tenían ni idea. Me gusta tener la razón, puede que alguien no esté de acuerdo conmigo, pero es mi vida. Cuando ya supe que volvería a España comencé a mandar paquetes con libros: diccionarios, obras de Herzen, "The Gadfly", etc. Encargué la copia del cuadro "Novena Ola" de Aivazovski a un artista local. No tengo tiempo de aburrirme, leo mucho.
Creo que todo el mundo debería conocer nuestra historia, porque fue algo terrible. Entre 1937 y 1939 se fueron 36 000 niños españoles, una generación entera. Y echaron a perder las vidas de muchas otras personas que no tuvieron la suerte de marchar a la Unión Soviética. Aquellos que llegaron a Bélgica, Francia o Inglaterra fueron adoptados, se perdieron.
Creo que todo el mundo debería conocer nuestra historia, porque fue algo terrible. Entre 1937 y 1939 se fueron 36 000 niños españoles, una generación entera. Y echaron a perder las vidas de muchas otras personas que no tuvieron la suerte de marchar a la Unión Soviética. Aquellos que llegaron a Bélgica, Francia o Inglaterra fueron adoptados, se perdieron.
Cuando trabajé de voluntaria hubo casos de personas que llegaban diciendo "mi madre me dijo antes de morir: eres española, te adopté de pequeña, busca a los tuyos". Les cambiaron todo, el nombre y los apellidos. Pobre gente, me daban mucha pena. No conservaban ningún dato. Olvidaron sus nombres, olvidaron su idioma. ¿Cómo va a encontrarlos si no sabe quién es? Nosotros no perdimos esos datos, todos sabíamos donde nacimos, cuándo nacimos, cómo nos llamábamos, quiénes eran nuestros padres. Por eso nos sentimos felices de haber llegado a la URSS, donde estaba prohibida la adopción de los niños. Es verdad que algunos desaparecieron durante la guerra, puede que algunos fueran adoptados.
Yo fui del partido en la URSS, pero pertenecía al partido español. Me decían "entra en el partido de la URSS" y yo decía " no, considero que los comunistas son internacionales". Llegué a Asturias con un carnet del partido pero decidí que aquí podría haber disputas así que decidí ser una comunista sin partido. Pero sigo luchando y por supuesto que sigo siendo de izquierdas. Es cierto que la URSS tenía sus defectos. Era un Estado nuevo, un nuevo orden rodeado de capitalismo. Pero había muchas cosas estupendas. Todos podían estudiar gratis, todos: ricos y pobres. La medicina era gratuita, sin importar quién eres. La Unión soviética fue el primer país con ese orden. Y cayó. Todo el mundo tenía la mirada puesta en a la Unión Soviética, ¡ el mundo entero! Y ahora me apena escuchar cuando a veces comentan "no sería tan estupenda la Unión Soviética si decidieron dejarla atrás".
Yo siempre digo "en la teoría el comunismo y el socialismo son estupendos pero la sociedad no está preparada para ello. De cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad, es una teoría estupenda que todo el mundo desearía pero las personas no están preparadas. Es por el egoísmo". Pero la URSS siguió algunos caminos correctos. Si no fuera por las guerras. Por desgracia los líderes lo estropean todo.
Yo siempre digo "en la teoría el comunismo y el socialismo son estupendos pero la sociedad no está preparada para ello. De cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad, es una teoría estupenda que todo el mundo desearía pero las personas no están preparadas. Es por el egoísmo". Pero la URSS siguió algunos caminos correctos. Si no fuera por las guerras. Por desgracia los líderes lo estropean todo.
Entrevistas © Anna Grave
Fotos © Mikhail Platonov